Un estudio internacional encendió las alarmas: mientras los humanos estamos en movimiento más que nunca, los animales están perdiendo movilidad a un ritmo que podría poner en riesgo a los ecosistemas del planeta.
La investigación, liderada por el Instituto Weizmann de Ciencias y publicada en Nature Ecology & Evolution, muestra un panorama sorprendente: el movimiento de biomasa humano es 40 veces mayor que el de todos los mamíferos terrestres, aves y artrópodos salvajes juntos.
El dato resulta impactante si pensamos en viajeros extremos como los lobos de Mongolia, que recorren más de 7 mil kilómetros al año, o el charrán ártico, que migra de polo a polo.
Sin embargo, desde la Revolución Industrial, nuestra movilidad se disparó y la del resto de las especies se desplomó.
Humanos: los verdaderos superviajeros
Para comparar especies, los investigadores crearon la métrica de movimiento de biomasa, que multiplica la masa total de una especie por la distancia recorrida anualmente.
Gracias a este índice, se pudo medir por primera vez qué tanto se mueve realmente la humanidad frente al mundo natural.
El análisis reveló que el 65 % del movimiento humano proviene de autos y motocicletas, el 10 % de viajes en avión, el 5 % de traslados en tren y el 20 % de caminar o usar bicicleta.
Solo el movimiento de biomasa de las personas a pie supera seis veces al de todos los mamíferos terrestres, aves y artrópodos salvajes juntos.
Y en el aire, los humanos en avión mueven diez veces más biomasa que todas las especies voladoras.
Como explica el profesor Ron Milo, incluso las mayores migraciones animales del planeta apenas se comparan con el movimiento generado por reunir a miles de personas en un solo Mundial de Fútbol.
Energía, poder y desequilibrio
La comparación no solo deja claro cuánto nos movemos, sino el desbalance energético que eso implica. Por ejemplo:
Un solo avión consume tanta energía como todas las aves silvestres del planeta.
La movilidad de los 1,300 millones de autos del mundo equivale al movimiento combinado de todos los animales terrestres y marinos.
Transportar alimentos para consumo humano implica el doble de movimiento de biomasa que el desplazamiento de los propios humanos.
Los barcos que llevan gas y químicos consumen la misma energía que todos los mamíferos marinos juntos.
Estas cifras revelan un cambio profundo: mientras la humanidad acelera, la naturaleza está quedándose quieta.
Una caída en el movimiento que inició hace 170 años
En un artículo complementario publicado en Nature Communications, el mismo equipo estimó la biomasa total de todos los mamíferos desde 1850.
Los resultados son contundentes: la biomasa de mamíferos silvestres terrestres y marinos, cayó un 70 % en 170 años.
En contraste, la biomasa humana aumentó 700 %, y la de animales domesticados, 400 %.
El caso más dramático es el de los mamíferos marinos: en 1850 pesaban alrededor de 130 millones de toneladas; hoy, apenas 40 millones.
La caza industrial del siglo XX dejó una huella de la que solo algunas especies han comenzado a recuperarse parcialmente.
Un llamado urgente
Los investigadores advierten que la disminución del movimiento animal rompe funciones clave para los ecosistemas.
Antes de extinguirse, muchas especies ya pierden su capacidad de mantener el equilibrio de su entorno.
Como resume el Dr. Yuval Rosenberg, “el declive global del movimiento animal es una señal de alarma para todos”.
Y aunque algunas especies pueden recuperarse si se actúa a tiempo, el mensaje es claro: detener el deterioro es más eficaz que intentar repararlo después.
Con información de Infobae.
