Baja California Sur (BCS) se posiciona como un ejemplo internacional al implementar un modelo de turismo marino regulado, responsable y regenerativo, una práctica que redefine la manera en que las personas interactúan con los ecosistemas oceánicos. Según el especialista en sostenibilidad y turismo regenerativo Daniel Madariaga, este esfuerzo constituye “un paso histórico hacia un turismo que no solo observa, sino que también protege y contribuye al equilibrio natural”.
A diferencia del turismo convencional, centrado en la explotación intensiva de los recursos, el modelo adoptado por BCS promueve experiencias conscientes, donde el respeto, la educación ambiental y la seguridad guían cada interacción con las especies marinas. Este enfoque coloca al estado en la vanguardia de la transformación turística global, alineando la competitividad económica con los principios de conservación ecológica.
El nuevo marco de actuación en Baja California Sur se basa en reglas estrictas que protegen tanto a los visitantes como a las especies marinas. De acuerdo con Daniel Madariaga, las orcas —símbolo de inteligencia y organización social— son un ejemplo claro de por qué estas medidas son esenciales. El contacto humano desmedido puede alterar sus patrones de comportamiento, por lo que el turismo debe desarrollarse bajo parámetros de distancia, tiempo limitado y monitoreo constante.
Estas regulaciones aseguran un equilibrio entre disfrute y preservación. Las embarcaciones cuentan con cupos controlados y los recorridos son supervisados para minimizar el impacto ambiental. Además, los programas de observación marina incluyen componentes educativos que fomentan la sensibilización ambiental de turistas y comunidades locales. Para Madariaga, esto demuestra que “la conservación puede ser una fuente legítima de desarrollo si se hace con conocimiento y ética”.
En un contexto nacional donde se han prohibido los espectáculos con mamíferos marinos en cautiverio, Baja California Sur refuerza su papel como referente de turismo regenerativo. Este modelo promueve que las especies, como las orcas o los delfines, sean apreciadas únicamente en su hábitat natural, bajo condiciones que prioricen su bienestar.
Daniel Madariaga subraya que esta iniciativa no solo responde a una tendencia, sino que sienta las bases de un cambio de paradigma: un turismo más ético, sostenible y participativo. “Proteger la vida marina es también proteger el futuro del turismo mexicano”, afirma.
Gracias a este enfoque, BCS es un ejemplo de que la prosperidad y la conservación pueden coexistir, inspirando a otros destinos del país y del mundo a seguir el mismo camino hacia un turismo que regenere, respete y eduque.
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