Tomar el sol trae beneficios. Uno de ellos es la absorción de vitamina D, que ayuda a tener huesos y dientes fuertes, además de elevar nuestro ánimo.
Sin embargo, la exposición excesiva tiene consecuencias negativas en la salud, como reacciones fototóxicas y fotoalérgicas, quemaduras o inmunodepresión (que favorece la aparición de cáncer o la reactivación de virus como el del herpes labial). Una de las recomendaciones para protegerse es usar protector solar.
Según Verónica Martínez García, residente de Dermatología egresada de la FES Zaragoza, el mejor es el que se adapta a cada tipo de piel.
“Se recomienda fotoprotección a partir del año de vida y se debe aplicar de manera correcta no sólo para efectos estéticos, sino de salud”
Hay dos tipos de protectores según sus componentes, los minerales y los químicos. Los primeros forman una barrera en la superficie de la piel que refleja los rayos UV.
Los únicos ingredientes de protección solar mineral aprobados por la FDA son el óxido de zinc y el dióxido de titanio.
Filtros
Dichos filtros son ideales para la exposición del sol tanto diaria como prolongada, debido a su protección de amplio espectro contra los rayos UVA y UVB.
Por su parte, los protectores químicos penetran en las capas superiores dérmicas para absorber los rayos UV antes de que dañen la dermis.
Sus ingredientes incluyen oxibenzona, avobenzona, octisalato, octocrileno, homosalato y octinoxato. Dependiendo de la formulación, pueden ser más fáciles de extender sin dejar residuos blancos.
Para Verónica Martínez, cualquier protección UV etiquetada como de amplio espectro protege de los rayos UVA y UVB, pero los diferentes tipos de piel pueden tener necesidades distintas.
“Todos los pacientes pueden usar cualquier protector solar, pero en caso de comorbilidad se recomienda acudir al dermatólogo para obtener el más adecuado”.