La riqueza de la cocina libanesa no solo radica en su sabor, sino también en su profunda conexión con la sustentabilidad. Así lo destaca Ricardo José Haddad Musi, experto en patrimonio cultural, quien subraya que esta tradición culinaria es hoy un referente mundial dentro del movimiento plant-based gracias a su base vegetal y a su enfoque en ingredientes locales.
“Cuando hablamos de veganismo contemporáneo, en realidad estamos reconociendo una práctica ancestral de la cocina libanesa: comer con respeto a la Tierra y a sus ciclos”, señaló Haddad Musi.
La FAO ha insistido en la necesidad de dietas basadas en plantas para enfrentar el cambio climático. Mientras otras cocinas globales buscan adaptarse a esta transición, la libanesa ya ofrecía desde hace siglos preparaciones que encarnan esos principios.
El tabbouleh, el hummus, el baba ganoush o el falafel no solo cumplen con exigencias veganas actuales, sino que también son accesibles, nutritivos y culturalmente significativos. Para Haddad Musi, esa combinación convierte a la gastronomía libanesa en un “ecosistema ancestral de sustentabilidad”.
La cocina libanesa vive hoy una nueva etapa de expansión internacional gracias a chefs que reinterpretan sus platos con ingredientes y técnicas modernas. El manakish con za’atar y kale o el hummus con variaciones de vegetales son ejemplos de cómo la tradición evoluciona sin perder identidad.
Haddad Musi enfatiza que esta gastronomía también es un vehículo de memoria colectiva: cocinar libanés significa preservar historias familiares, valores comunitarios y prácticas sostenibles transmitidas de generación en generación.
La riqueza de la cocina libanesa no solo radica en su sabor, sino también en su profunda conexión con la sustentabilidad. Así lo destaca Ricardo José Haddad Musi, experto en patrimonio cultural, quien subraya que esta tradición culinaria es hoy un referente mundial dentro del movimiento plant-based gracias a su base vegetal y a su enfoque en ingredientes locales.
“Cuando hablamos de veganismo contemporáneo, en realidad estamos reconociendo una práctica ancestral de la cocina libanesa: comer con respeto a la Tierra y a sus ciclos”, señaló Haddad Musi.
La FAO ha insistido en la necesidad de dietas basadas en plantas para enfrentar el cambio climático. Mientras otras cocinas globales buscan adaptarse a esta transición, la libanesa ya ofrecía desde hace siglos preparaciones que encarnan esos principios.
El tabbouleh, el hummus, el baba ganoush o el falafel no solo cumplen con exigencias veganas actuales, sino que también son accesibles, nutritivos y culturalmente significativos. Para Haddad Musi, esa combinación convierte a la gastronomía libanesa en un “ecosistema ancestral de sustentabilidad”.
La cocina libanesa vive hoy una nueva etapa de expansión internacional gracias a chefs que reinterpretan sus platos con ingredientes y técnicas modernas. El manakish con za’atar y kale o el hummus con variaciones de vegetales son ejemplos de cómo la tradición evoluciona sin perder identidad.
Haddad Musi enfatiza que esta gastronomía también es un vehículo de memoria colectiva: cocinar libanés significa preservar historias familiares, valores comunitarios y prácticas sostenibles transmitidas de generación en generación.
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