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Peñico: la ciudad perdida del desierto peruano que venció al cambio climático sin guerras

Enterrada durante milenios bajo la arena del desierto peruano, la ciudad perdida de Peñico acaba de reescribir una parte clave de la historia americana.

Descubierta en 2025 por la arqueóloga Ruth Shady, esta antigua urbe muestra cómo una civilización de hace casi 4.000 años logró sobrevivir a una crisis ambiental extrema… sin usar armas ni levantar muros.

A solo cuatro horas al norte de Lima, en el árido Valle de Supe, se encuentra este asentamiento que perteneció a la civilización caral, considerada la más antigua de América.

Fundada hace 3.800 años a 600 metros sobre el nivel del mar, Peñico fue planeada con precisión: templos, viviendas, plazas y sistemas hidráulicos que permitieron resistir las sequías del desierto.

Lo más fascinante es que, en lugar de responder al cambio climático con conflicto, los caral optaron por la cooperación y el respeto mutuo.

Mientras en otras partes del mundo se libraban guerras por los recursos, en Peñico se cultivaba la paz, el arte y el intercambio.

Los arqueólogos han encontrado flautas hechas con huesos de pelícano, esculturas de arcilla y joyas talladas con delicadeza.

Estos objetos no sólo revelan una sociedad creativa, sino también profundamente espiritual, donde la música y el arte servían como herramientas de unión.

“Peñico continúa la visión de Caral de una vida sin conflictos”, explica Shady. No hay rastros de batallas ni de armas; en cambio, abundan evidencias de planeación hidráulica y adaptación ecológica.

La ciudad fue construida estratégicamente cerca del agua que descendía del deshielo de las montañas, un recurso vital durante las prolongadas sequías que afectaron la región.

Visitar Peñico: la ciudad perdida

Hoy, las ruinas de Peñico comienzan a recibir visitantes curiosos.

Entre sus templos y plazas circulares, se respira una lección que sigue siendo vigente: ante la crisis climática, el verdadero poder está en adaptarse, cooperar y respetar el entorno.

La arqueóloga lo resume con un mensaje que parece escrito para nuestro tiempo:

“Tenemos que cambiar nuestra perspectiva de la vida y de los cambios que se están produciendo en nuestro planeta.”

Peñico, la ciudad que el desierto sepultó y el tiempo devolvió, es una prueba viva de que la paz también puede ser una forma de resistencia.

Con información de METEORED.

Regina Yebra Domínguez

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