La entrada de la cueva más larga del mundo, en el estado estadounidense de Kentucky, un guardia del parque nacional advierte a los visitantes que un hongo está devastando las poblaciones de murciélagos.
Se trata de una tragedia ecológica que los científicos esperan detener pronto.
Este hongo microscópico causa una infección conocida como síndrome de la nariz blanca (SNB), que ha matado a millones de mamíferos voladores desde su llegada al este de Estados Unidos hace casi 20 años, uno de los mayores desastres sufridos por una especie animal en la historia moderna.
Dos décadas después, aún no se ha encontrado cura para esta enfermedad, pero los científicos están empezando por fin a aplicar una serie de medidas destinadas a minimizar su impacto, cuando el hongo se está extendiendo por el oeste de Estados Unidos.
Buscan soluciones
“Hemos pasado de una situación en la que no teníamos ni idea de lo que ocurría a otra en la que disponemos de una panoplia de herramientas eficaces para distintos lugares y situaciones”, afirma entusiasmado Jonathan Reichard, especialista en SNB de una agencia federal de conservación de la fauna salvaje.
Estas herramientas incluyen la fumigación de animales y cuevas para frenar el crecimiento del hongo, y la pulverización de las paredes con un producto químico llamado polietilenglicol 8 mil en verano, fuera del periodo de hibernación de los murciélagos.
Otras soluciones prometedoras, como una vacuna contra esta infección fúngica, aún se están probando, añade Michelle Verant, veterinaria de la Agencia de Parques Nacionales de Estados Unidos (NPS).
Gracias a “un gran número de herramientas diferentes” utilizadas “en el lugar adecuado y en el momento adecuado, podremos ayudar a un cierto número de murciélagos a superar la fase inicial de la enfermedad”, considera el experto.