Una nueva enfermedad se ha vuelto el último verdugo de los corales del Caribe mexicano. El brote, identificado por primera vez en Florida en 2018, llegó a las costas de México hace por lo menos cuatro años. Desde entonces ha arrasado sin pausa con los arrecifes de la Riviera maya.
Un estudio, publicado en la revista científica Nature, señala que la enfermedad ha afectado a por lo menos 21 especies coralinas, algunas de ellas señaladas como estructurales por ayudar a mantener la funcionalidad de estos ecosistemas. Al menos un 17% de los corales analizados en más de 29.000 colonias murieron a causa de esta afección.
Los autores dicen que probablemente se convierta en la “más letal jamás registrada en el Caribe”.
El síndrome blanco o enfermedad de pérdida de tejido del coral duro (SCTLD, por sus siglas en inglés). Esos son los nombres que se le han dado en español a esta nueva afección que asedia a la segunda barrera de coral más grande del mundo, el Sistema Arrecifal Mesoamericano, y de la que aún hay poca información.
Al principio se pensaba que se trataba de una infección bacteriana, cuenta Lorenzo Alvarez-Filip, autor del estudio e investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Bajo esa idea era que se la trataba con antibióticos: “Se hacía como una plastilina mezclada con antibióticos y se le ponía a las lesiones de los corales”. Pero investigaciones más recientes han empezado a señalar que puede tratarse de un virus, explica.
El síndrome blanco todavía no hay llegado a algunas islas o costas del mar Caribe. Los pronósticos que dan los expertos, sin embargo, no son muy esperanzadores. “Nuestra predicción es que, si llega a todos esos lugares, va a tener tasas de mortalidad bastante parecidas a las que nosotros reportamos aquí, que también vimos en Belice y en Florida”, afirma el investigador.
Lo que queda por hacer, concluye, es preservar lo máximo posible las especies hasta entender en profundidad a qué se enfrentan cuando enfrentan esta nueva enfermedad.
Fuente: El País