imagen tomada de viajesyfotografia.com
El Museo del Mañana de Río de Janeiro, uno de los edificios más icónicos y futuristas de Brasil, cumple diez años este diciembre.
Con más de un millón de visitantes al año, se ha convertido en el museo más visitado del país y en un símbolo de concienciación sobre el cambio climático.
Pero detrás de sus pantallas interactivas, sus mensajes ecológicos y su espectacular arquitectura diseñada por Santiago Calatrava, se esconde una pregunta incómoda:
¿es realmente un centro de conciencia ambiental o un ejemplo de greenwashing?
El museo presume de tecnologías sostenibles como un sistema que filtra el agua de la bahía de Guanabara o paneles solares que solían generar parte de su energía.
Aún así, muchos señalan que parte de su financiamiento proviene de Shell, una de las petroleras más contaminantes del planeta.
Para el geógrafo y activista Bruno Araújo, el patrocinio no es casualidad:
“Negar el cambio climático ya no queda bien. Ahora las empresas quieren apropiarse del discurso verde para lavar su imagen”, afirmó.
Shell, que obtuvo más de 16 mil millones de dólares de ganancia en 2024, sigue invirtiendo siete veces más en petróleo y gas que en energías limpias, según un informe de Global Witness.
Aun así, la petrolera defiende su apoyo al museo como parte de su compromiso hacia “una transición energética segura e inclusiva”.
Desde su despacho con una fotografía aérea de la Amazonia al fondo, el director del Museo del Mañana, Cristiano Vasconcelos, rechaza las acusaciones de manipulación:
“No estamos siendo usados. Las empresas no interfieren en el contenido del museo. No hay espacio para presiones, cero.”
Explica que el 70% del presupuesto anual del museo (unos 10 millones de dólares) proviene de patrocinios, por lo que considera esencial “incluir a quienes son parte del problema en el debate”, aunque resulte incómodo.
El museo también cuenta con apoyo de empresas polémicas como Vale, la minera responsable de los desastres de Mariana (2015) y Brumadinho (2018), y del banco Santander, acusado de financiar proyectos que contribuyen a la deforestación.
Actualmente, el museo alberga la serie de actividades “Calentamiento para la COP”, con exposiciones y charlas que buscan debatir el rumbo de los compromisos ambientales rumbo a la próxima cumbre del clima en Brasil.
Afuera, los visitantes pueden recorrer la zona en carritos eléctricos patrocinados por Shell, un gesto que algunos consideran una contradicción más.
Mientras tanto, Shell continúa ampliando su presencia en Brasil: en junio adquirió derechos para explotar cuatro pozos petroleros frente a las costas de São Paulo, en el mismo océano sobre el que parece flotar el Museo del Mañana.
El edificio brilla sobre la bahía de Guanabara como un monumento al futuro, pero su historia recuerda una verdad incómoda: la sostenibilidad también puede tener patrocinador.
Con información de El País.
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