Calles convertidas en ríos, autos sumergidos, vuelos cancelados y familias atrapadas en sus casas. La capital mexicana vive una de las temporadas más lluviosas de las últimas décadas, y los expertos advierten que las inundaciones en Ciudad de México ya no son una “anomalía estacional”, sino parte de una crisis urbana que llevaba años gestándose.
El 11 de agosto, el Zócalo capitalino registró 84.5 milímetros de lluvia, el nivel más alto desde 1952.
En Venustiano Carranza, cerca del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, cayeron 50 milímetros en solo 20 minutos, lo que provocó la cancelación de más de 100 vuelos.
Las imágenes que circularon en redes sociales lo dicen todo: autos flotando en avenidas, estaciones de metro inundadas, viviendas derrumbadas y barrios enteros colapsados.
Y lo peor, aseguran los especialistas, es que no es un fenómeno nuevo.
Las inundaciones son un problema histórico que nadie ha resuelto
Víctor Magaña, investigador de la UNAM, explica que el origen del problema se remonta a la propia fundación de la ciudad:
“Siempre ha sido el eterno dilema desde los aztecas: cómo sacar el agua porque decidieron fundar esta ciudad en un lago”.
Durante siglos, se construyeron obras para drenar el agua —como el Gran Canal del Desagüe—, pero el crecimiento descontrolado de la mancha urbana sobre antiguos terrenos lacustres ha puesto al límite al sistema de drenaje.
La sobrepoblación, la falta de planeación urbana y el mantenimiento deficiente agravan la situación.
Solo este año, Conagua retiró 35 mil toneladas de basura de los drenajes, una señal de que no se había hecho limpieza preventiva.
Una ciudad que se hunde
El hundimiento del suelo es otro factor clave.
Debido a la sobreexplotación de los acuíferos, algunas zonas como Iztapalapa llegan a hundirse hasta 40 centímetros por año.
Esto provoca que los colectores de agua pierdan su pendiente natural y dejen de funcionar.
Incluso símbolos como el Ángel de la Independencia lo reflejan: cada cierto tiempo deben añadir escalones a su base para compensar el hundimiento.
Más allá de los daños materiales, las inundaciones dejan huellas invisibles.
El psicólogo social Carlos Contreras explica que vivir rodeado de calles destruidas y casas dañadas genera estrés crónico y afecta la salud física y emocional de la población.
¿La solución a las inundaciones? Una ciudad esponja
Ante esta crisis, el gobierno capitalino presentó el Programa de 100 Puntos de Acupuntura Hídrica, que busca infiltrar millones de litros de lluvia al subsuelo y transformar la capital en una “ciudad esponja”.
El plan incluye sistemas de captación pluvial, techos verdes y parques que funcionen como vasos reguladores.
La meta: mitigar inundaciones y recargar el acuífero.
Sin embargo, los especialistas advierten que lo importante no es el anuncio, sino comprobar que funciona.
Por ahora, las lluvias históricas de este año son una llamada de atención: la Ciudad de México necesita prepararse para una nueva normalidad donde el agua, lejos de ser un recurso abundante, se convierte en la mayor amenaza para millones de habitantes.
Con información de france24.com