imagen tomada de viajes.nationalgeographic.com
Las islas Lofoten, situadas más allá del Círculo Polar Ártico, son uno de los mejores lugares de Noruega para observar auroras boreales.
Este archipiélago sorprende por su equilibrio entre naturaleza salvaje, tradiciones pesqueras y una vida cultural vibrante que enamora a todo viajero que se adentra en el extremo norte del país.
El recorrido suele comenzar en Trollfjord, un estrecho fiordo de paredes imponentes donde es común ver águilas marinas planear y lanzarse al agua para pescar.
Aquí habita la mayor población de estas aves en Europa.
La experiencia se vive desde pequeñas embarcaciones que parten de Svolvær, la localidad más grande del archipiélago y principal puerta de entrada a las Lofoten, ya sea por aire, carretera o barco desde Tromsø.
Svolvær es una síntesis perfecta del espíritu del archipiélago.
La pesca del bacalao ha marcado su historia durante siglos y dio origen a los tradicionales rorbu, cabañas sobre pilotes que hoy se han transformado en alojamientos turísticos.
Estas construcciones, pintadas en tonos rojos y amarillos, forman uno de los paisajes más fotografiados del norte de Europa.
En la zona de Svinøya, antiguo barrio de pescadores, conviven galerías de arte, fábricas tradicionales y arquitectura histórica.
Desde Svolvær también parten excursiones hacia Andenes, uno de los mejores puntos para el avistamiento de ballenas, orcas y cachalotes, dependiendo de la temporada.
Otro sitio imperdible es la Iglesia de Vågan, conocida como la Catedral de las Lofoten, una de las iglesias de madera más grandes de Noruega, construida para atender a los pescadores temporales.
A media hora de camino se encuentra Henningsvær, uno de los pueblos más antiguos del archipiélago.
Tras una etapa de declive, la localidad resurgió gracias a proyectos culturales y turísticos sostenibles.
Hoy alberga museos de arte moderno, talleres, saunas, conciertos y restaurantes, además de uno de los campos de fútbol más impresionantes del mundo, rodeado por el mar y los acantilados.
Las Luces del Norte son el gran atractivo para muchos visitantes y pueden observarse entre finales de agosto y abril.
Playas como Unstad y Haukland, con poca contaminación lumínica, ofrecen condiciones ideales para presenciar este fenómeno natural que tiñe el cielo de tonos verdes y violetas.
Más al sur, en la isla de Flakstadøya, destacan pueblos como Nusfjord, Sakrisøy, Hamnøy y Å, donde la vida pesquera sigue marcando el ritmo cotidiano.
En Sakrisøy se encuentra Anita’s Seafood, famoso por su sopa de pescado, hamburguesas y productos locales.
El viaje culmina en Reine, considerada la joya de las Lofoten.
Sus casas rojas reflejadas en aguas tranquilas, rodeadas de montañas, ofrecen una postal inolvidable tanto en invierno como en verano.
Desde aquí, muchos regresan a Tromsø, punto de conexión hacia otros destinos del norte, como el Cabo Norte, el lugar más septentrional de Europa accesible por carretera.
Las islas Lofoten no solo se visitan: se viven. Entre auroras boreales, fiordos, cultura y silencio ártico, este rincón de Noruega deja claro por qué es uno de los destinos más fascinantes del planeta.
Con información de National Geographic.
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