Ambiente

El “monstruo del Atlántico”: el cinturón de sargazo que ya supera los 8.800 km

Un “monstruo” dorado hecho de sargazo navega por el Atlántico tropical.

El Cinturón Atlántico de Sargazos, una gigantesca proliferación de algas pardas, se extiende hoy por más de 8.800 kilómetros, superando con creces los límites del mítico Mar de los Sargazos.

Lejos de ser un fenómeno natural aislado, su crecimiento está impulsado por la mano humana: la escorrentía de nutrientes agrícolas y urbanos, combinada con corrientes marinas y cambios climáticos, ha creado un laboratorio perfecto para esta expansión.

Durante las últimas cuatro décadas, los niveles de nitrógeno en las algas han aumentado un 55 %, y la proporción de nitrógeno respecto al fósforo subió un 50 %, indicadores claros del exceso de nutrientes que fluyen desde la tierra hacia el océano.

Este “fertilizante humano” ha convertido las aguas tropicales frente al Amazonas en una incubadora de Sargassum natans y S. fluitans, permitiendo que el cinturón crezca sin detenerse.

En mayo de 2025 se registró un nuevo récord: 37,5 millones de toneladas de biomasa flotante, casi cinco veces más que hace décadas.

El peligro del sargazo

Aunque el sargazo es vital para la vida marina, albergando más de 145 especies de peces, tortugas e invertebrados, su exceso genera problemas graves como:

  • Desplaza especies nativas
  • Produce anoxia al descomponerse
  • Libera sulfuros que afectan la salud y la economía de las comunidades costeras

Las playas del Caribe, el Golfo de México y África occidental sufren sus efectos: arenas paradisíacas convertidas en vertederos malolientes, afectando el turismo y la pesca.

La combinación de corrientes oceánicas como la del Amazonas, la del Golfo y la Ecuatorial del Norte actúa como una “cinta transportadora”, dispersando este gigante vegetal por todo el Atlántico.

El cinturón de sargazo demuestra que lo que ocurre tierra adentro puede trastornar océanos enteros.

Lo que antes era un ecosistema equilibrado y fuente de vida, hoy amenaza la biodiversidad y la economía de miles de kilómetros de costas, dejando claro que la acción humana está reescribiendo la geografía marina.

Con información de National Geographic.

Regina Yebra Domínguez

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