imagen tomada de wokii.com
El mar Caspio, considerado el lago más grande del planeta, está desapareciendo a un ritmo alarmante.
Lo que antes fue hogar de flamencos, esturiones y decenas de miles de focas, hoy empieza a transformarse en desierto.
En su costa norte, el agua retrocedió más de 50 kilómetros, dejando comunidades pesqueras varadas y humedales convertidos en terrenos áridos.
La causa principal es el cambio climático. La creciente evaporación y la disminución del caudal de los ríos que lo alimentan están provocando un retroceso sin precedentes.
Desde el año 2000, el Caspio pierde unos seis centímetros de nivel cada año; desde 2020, esa cifra se disparó hasta 30 centímetros anuales.
En 2025 ya se confirmó que el mar Caspio alcanzó su mínimo histórico.
El Caspio era un mosaico de vida: aves migratorias, peces y hasta 30.000 focas acudían cada primavera a mudar su pelaje. Hoy, esas zonas están secas.
Los científicos advierten que, incluso cumpliendo los objetivos del Acuerdo de París, el nivel del agua podría caer hasta diez metros más.
Y si seguimos en el escenario actual de emisiones, la pérdida sería de hasta 18 metros, lo equivalente a un edificio de seis pisos.
El daño sería enorme: cuatro de cada diez ecosistemas desaparecerían, la foca del Caspio perdería más del 80 % de sus áreas de reproducción y los esturiones quedarían sin zonas críticas de desove.
Además, los lechos secos liberarían polvo tóxico, como ya ocurrió en el desastre del mar de Aral.
El mar Caspio sostiene a unos 15 millones de personas. Su retroceso pone en riesgo la pesca, el transporte, el comercio y la industria energética.
Puertos como Bakú y Aktau ya requieren dragados constantes, mientras las plataformas petroleras deben excavar canales cada vez más largos para mantenerse en operación. Las pérdidas económicas ya suman miles de millones de dólares.
La situación también afecta al “corredor medio”, una ruta estratégica que conecta a China con Europa. Si el Caspio sigue retrocediendo, las dificultades logísticas podrían multiplicarse y complicar el comercio internacional.
Los cinco países que comparten el mar —Azerbaiyán, Irán, Kazajistán, Rusia y Turkmenistán— buscan soluciones, como dragados y nuevas rutas de navegación, aunque estas medidas podrían agravar el problema ambiental.
Expertos proponen un enfoque regional coordinado, con mayor monitoreo de biodiversidad y planes que anticipen el desplazamiento de los ecosistemas.
El futuro del Caspio no solo concierne a quienes viven en sus costas.
Este caso es un ejemplo claro de cómo el cambio climático está transformando los grandes cuerpos de agua del planeta.
La pregunta es: ¿habrá respuesta política lo suficientemente rápida para evitar que se convierta en desierto?
Con información de METEQRED.
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