imagen tomada de univision.com
El agua de la Tierra ya no sigue su ritmo habitual. Según un reciente informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el ciclo hidrológico —el proceso natural que mueve el agua por ríos, lagos, océanos y atmósfera— se ha vuelto cada vez más errático y extremo.
Sequías prolongadas e inundaciones intensas se han convertido en la nueva normalidad, afectando ecosistemas y millones de vidas humanas en todo el planeta.
Durante 2024, la OMM observó anomalías en dos tercios de las cuencas fluviales del mundo.
En América del Sur y África austral, ríos como el Amazonas, Paraná, Orinoco, Zambezi o Limpopo registraron caudales por debajo del promedio de las últimas tres décadas.
Mientras tanto, otros, como el Danubio, el Indo, el Ganges o el Níger, presentaron niveles de agua superiores a lo normal, provocando inundaciones y desbordamientos.
Incluso en España, algunas cuencas mediterráneas como el Ebro, Júcar o Segura mostraron niveles por encima de la media, mientras que Tajo, Duero o Guadiana se mantuvieron estables.
“La presión sobre los recursos hídricos del mundo es cada vez mayor, y los fenómenos extremos relacionados con el agua impactan directamente en la vida y el sustento de millones de personas”, señaló Celeste Saulo, secretaria general de la OMM.
El informe destaca también la pérdida récord de hielo en 2024: 450 gigatoneladas, equivalentes a llenar 180 millones de piscinas olímpicas.
Este deshielo, que afectó especialmente a Escandinavia, las islas Svalbard y el norte de Asia, elevó el nivel del mar en 1,2 milímetros en un solo año, aumentando la amenaza para millones de personas que viven en zonas costeras.
Los fenómenos extremos ya tienen consecuencias humanas dramáticas: lluvias torrenciales y ciclones dejaron 2.500 muertos y cuatro millones de desplazados en África, y más de mil víctimas en Asia-Pacífico.
En Brasil, se combinaron inundaciones en el sur, que causaron 183 muertes, con sequías prolongadas en la cuenca del Amazonas, afectando al 59 % del territorio nacional.
El ciclo hidrológico alterado no solo amenaza a ríos y ecosistemas, sino que también pone en riesgo la seguridad hídrica, la producción de alimentos y la salud pública.
Según Naciones Unidas, 3.600 millones de personas carecen de acceso adecuado a agua potable al menos un mes al año, cifra que podría superar los 5.000 millones a mediados de siglo.
En un planeta donde solo el 0,5 % del agua está disponible en ríos, lagos y acuíferos para consumo humano, el agua se ha convertido en un recurso crítico cuya gestión ya no puede esperar.
Con información de Econoticias.
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