Adaptaciones letales: así sobreviven animales y plantas a los venenos más extremos
Adaptaciones letales: así sobreviven animales y plantas a los venenos más extremos

Adaptaciones letales: así sobreviven animales y plantas a los venenos más extremos

Durante millones de años, especies de plantas, insectos, reptiles y anfibios han librado una batalla silenciosa donde las toxinas son armas y escudos a la vez.

Un ciclo evolutivo que obliga a depredadores y presas a reinventarse constantemente para sobrevivir.

Un informe de Knowable Magazine y Popular Science, basado en un estudio publicado en Annual Review of Ecology, Evolution and Systematics, explora cómo algunas especies han logrado desarrollar adaptaciones letales frente a sustancias que podrían matarlas.

Serpientes que comen veneno… y viven para contarlo

En la Amazonía colombiana, un grupo de serpientes protagonizó un experimento sorprendente dirigido por la bióloga Valeria Ramírez Castañeda (UC Berkeley).

Su única opción de alimento eran las ranas venenosas de tres rayas, cargadas de compuestos tan peligrosos que pueden alterar proteínas celulares vitales.

De las 10 serpientes observadas, seis rechazaron el riesgo.

Las otras cuatro aceptaron el desafío, aunque antes arrastraron a las ranas por el suelo, quizá para reducir la concentración de toxinas.

Finalmente, tres lograron sobrevivir gracias a mecanismos internos capaces de procesar o neutralizar parte del veneno.

Para la investigadora Rebecca Tarvin, este caso demuestra el poder evolutivo de las toxinas: “A veces solo unos miligramos pueden cambiar todas las interacciones de un ecosistema”.

Veneno propio, veneno ajeno

Las defensas químicas pueden surgir de distintas maneras:

  • Producir toxinas propias, como los sapos bufónidos, que generan glucósidos capaces de afectar funciones celulares críticas.

  • Alojar bacterias tóxicas, como los peces globo, cuya letal tetrodotoxina proviene de microorganismos asociados.

  • Adquirir veneno a través de la dieta, como las ranas venenosas que obtienen compuestos letales de insectos y ácaros.

Muchas especies han modificado proteínas esenciales como la bomba sodio-potasio para resistir toxinas.

Pero esas adaptaciones no son gratis: la bióloga molecular Susanne Dobler (Univ. de Hamburgo) señala que cuanto más resistente es esta proteína, menos eficiente se vuelve, especialmente en las células nerviosas.

Algunos insectos, como la chinche de la asclepia, compensan esta pérdida usando versiones alternativas de la proteína y transportadores celulares especializados para expulsar compuestos dañinos.

Hígados poderosos y sangre que bloquea venenos

El equipo de Tarvin identificó que el hígado de ciertas serpientes terrestres reales funciona como una especie de filtro natural: contiene enzimas que modifican toxinas para volverlas inofensivas y proteínas que se unen a los venenos para neutralizarlos.

Un mecanismo similar se descubrió en las ardillas terrestres de California. Su sangre contiene proteínas capaces de bloquear las toxinas del veneno de las serpientes de cascabel.

Según el biólogo Matthew Holding (Univ. de Michigan), esta adaptación cambia dependiendo de la región y de las serpientes presentes, una prueba viviente de coevolución entre depredador y presa.

Eso sí, incluso los animales más resistentes tienen un límite: dosis suficientemente altas pueden matar incluso a especies inmunes a su propio veneno.

Cuando el veneno se convierte en superpoder

Algunas especies no solo sobreviven a las toxinas: las usan a su favor.

El escarabajo iridiscente de la apocino almacena glucósidos cardíacos de las plantas que come y los exuda en pequeñas gotas visibles cuando se siente amenazado.

Las mariposas monarca también acumulan estas toxinas del algodoncillo, volviéndose incomibles para muchos depredadores.

Sin embargo, algunas aves como el picogrueso cabecinegro; han evolucionado para tolerarlas y aprovechar esta ventaja alimenticia.

“No deja de ser asombroso cómo una molécula puede influir en tantas especies”, señala el genetista Noah Whiteman.

Desde una planta en Ontario hasta un bosque montañoso a miles de kilómetros, una toxina puede reescribir las reglas de supervivencia.

La naturaleza sigue demostrando que la vida no solo se adapta: se reinventa, incluso cuando el veneno es parte del menú.

Con información de Infobae.

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