Acapulco amaneció este martes con un mensaje claro y contundente desde las alturas. Activistas de Greenpeace México desplegaron una enorme “factura climática” de 24 metros de altura en el edificio La Fortaleza, uno de los inmuebles gravemente dañados por el huracán Otis en 2023.
La acción, definida por la organización como una Acción Directa No Violenta, busca visibilizar el alto precio que la humanidad paga por la crisis climática, una cuenta que, según Greenpeace, ya no debería recaer sobre las personas, sino sobre las industrias responsables de la contaminación.
“La crisis climática no puede seguir pagándose con vidas humanas”, señaló la organización ambientalista.
Acapulco, símbolo del costo del cambio climático
El puerto fue elegido por Greenpeace como escenario de protesta por ser una de las ciudades más afectadas por fenómenos meteorológicos extremos en los últimos años.
De acuerdo con sus datos, en la última década México ha perdido más de 177 mil millones de pesos debido a desastres naturales vinculados al cambio climático.
En su mensaje, la organización también apuntó directamente a Pemex y otras compañías del sector fósil, acusándolas de “lucrar con el desastre” al continuar expandiendo sus operaciones pese a las advertencias sobre el calentamiento global.
Llamado al gobierno mexicano con Factura climática
Greenpeace exigió al gobierno federal incrementar los recursos destinados a la mitigación y adaptación climática, así como presentar compromisos más ambiciosos en la próxima cumbre climática de la ONU, que se llevará a cabo en Belém, Brasil.
La organización insistió en que la factura climática debe ser pagada por las industrias contaminantes y no por la población que sufre los estragos de los huracanes, incendios o sequías.
Con esta intervención en Acapulco, Greenpeace vuelve a recordar que el costo del cambio climático no se mide solo en dinero, sino también en vidas humanas y comunidades destruidas.
Con información de Aristegui noticias.
