Lago Titicaca obtiene derechos propios gracias a la lucha de mujeres quechuas y aymaras
Lago Titicaca obtiene derechos propios gracias a la lucha de mujeres quechuas y aymaras

Lago Titicaca obtiene derechos propios gracias a la lucha de mujeres quechuas y aymaras

Lo que comenzó como una defensa comunitaria terminó convirtiéndose en un hecho histórico: el lago Titicaca, el más alto del mundo y un lugar sagrado para las culturas andinas, fue reconocido oficialmente como sujeto de derecho en Perú.

Y detrás de este logro están las voces, la perseverancia y la fuerza de 45 mujeres quechuas y aymaras unidas por una misma misión: salvar a un lago que consideran vivo.

“¿El lago habla? ¿Respira? ¿Tiene vida? Para nosotras sí”, afirma Soraya Poma, presidenta de la Red de Mujeres en Defensa del Lago Titicaca.

Su liderazgo, junto al de decenas de mujeres de la región de Puno, ha sido clave para impulsar esta protección legal sin precedentes.

Cómo lograron este reconocimiento para el Lago Titicaca

Desde 2024, estas lideresas trabajaron en una ordenanza para evitar el colapso ambiental del Titicaca, cuya contaminación ha ido en aumento por metales pesados, residuos y actividad minera.

Tras un largo proceso, el Consejo Regional de Puno aprobó por unanimidad la ordenanza y, pese a cuestionamientos del Gobierno central, fue ratificada y oficializada el 20 de septiembre de 2025.

Este reconocimiento se basa en el derecho consuetudinario de los pueblos indígenas, que reconoce el valor espiritual y comunitario del lago.

Ahora, las organizaciones de la región pueden representarlo legalmente frente a actividades contaminantes y exigir medidas de restauración.

Un lago en crisis: contaminación, minería y un ecosistema en riesgo

El Titicaca enfrenta una situación crítica.

Sus principales afluentes como los ríos Ramis, Coata, Ilave, Suches y Huancané, arrastran altos niveles de metales pesados asociados a actividades mineras.

Estas sustancias recorren cientos de kilómetros hasta llegar a sus aguas, afectando a especies endémicas, cultivos, animales y a los tres millones de personas que dependen del lago.

La crisis se agrava con la expansión de la minería ilegal y la falta de plantas de tratamiento en ciudades como Puno y Juliaca, que aún vierten aguas residuales directamente al lago.

Voces de la comunidad: recuerdos, resistencia y esperanza

Para muchas lideresas, el Titicaca es más que un ecosistema: es identidad, memoria y hogar.

Rosa Copa, lideresa quechua, recuerda un lago “claro y transparente” donde pescaban y bebían agua sin miedo.

Hoy, en su comunidad, el 40% supera los límites permitidos de metales en sangre.

Juana Mamani, de la península de Capachica, vive rodeada de aguas contaminadas.

“Me duele la cabeza, las articulaciones… tengo mercurio y arsénico en la sangre”, cuenta.

Aun así, no piensa irse: “Esta tierra me vio nacer, aquí voy a morir”.

Pese al impacto ambiental, estas mujeres han encontrado en la organización una nueva fuerza: voz, voto y un camino para cambiar su realidad.

¿Qué sigue para la protección del lago Titicaca?

El reconocimiento legal es solo el primer paso.

La Red de Mujeres está trabajando en el reglamento para implementar la ordenanza y espera convertirla en un proyecto de ley nacional.

También observan avances similares en Bolivia y en comunidades amazónicas que han logrado proteger ríos como el Marañón.

Aunque anticipan resistencia del Gobierno, su lucha ya ha demostrado que la defensa del territorio puede cambiar leyes, comunidades y futuros.

El lago Titicaca, sagrado, biodiverso y herido, tiene ahora una oportunidad histórica para recuperarse, y todo gracias a un grupo de mujeres que decidió no rendirse.

Con información de El País.

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