imagen tomada de wired.com
Durante más de una década, una alfombra espesa y marrón ha invadido las playas del Caribe. Es sargazo: el alga que huele mal, espanta turistas y afecta pesquerías.
Pero en Granada, un pequeño Estado insular, decidieron darle la vuelta al problema y convertir esta plaga en una nueva oportunidad económica.
Lo que empezó como una molestia ocasional es hoy un fenómeno que dura meses y que se mide en millones de toneladas.
En junio, imágenes satelitales registraron 38 millones de toneladas navegando rumbo a las costas caribeñas.
Y cuando llega, el sargazo no solo arruina las vacaciones: también libera gases tóxicos, daña ecosistemas y golpea directamente la economía local.
Frente a esta realidad, la consultora Jane Nurse resume el momento con una frase: “Estamos en un punto de inflexión realmente importante”.
Y con razón: el Gobierno de Granada lleva cinco años diseñando soluciones para transformar este problema en un motor de desarrollo.
Granada ya recibió unas 30 propuestas de empresas y centros de investigación para transformar el alga en productos de alto valor. Entre las más avanzadas están:
Cosméticos y cuidado personal:
A partir de compuestos como el alginato y el fucoidano, se pueden producir cremas, sérums y productos capilares.
Una empresa europea ya lanzó el primero.
Fertilizantes y bioestimulantes:
El sargazo procesado aporta minerales valiosos para mejorar cosechas, algo que los agricultores locales ven como una gran oportunidad.
Textiles y materiales sostenibles:
Algunos proyectos investigan cómo convertir sus fibras en camisetas, tejidos biodegradables y materiales para el hogar.
Energía limpia:
A través de pirólisis, las algas pueden convertirse en biocombustibles o en materiales industriales.
Esta apuesta no solo diversificaría la economía de Granada, sino que también ofrecería empleos más estables en zonas donde el turismo domina todo.
Desde 2023, la Unión Europea, a través de la iniciativa Global Gateway, trabaja con países caribeños, universidades y empresas para crear una cadena completa de uso del sargazo: recolección, transporte, procesamiento y comercialización.
Granada, México y República Dominicana incluso firmaron el compromiso de recolectar 660.000 toneladas entre 2026 y 2027.
Europa también tiene motivo para involucrarse: compañías como la finlandesa Origin by Ocean buscan instalar biorrefinerías en el Caribe con participación local, asegurando materia prima y beneficios compartidos.
El objetivo es claro: que las comunidades caribeñas no solo entreguen las algas, sino que controlen toda la cadena de valor y reciban la mayor parte del beneficio económico.
Para que esta nueva industria funcione, es vital recoger el sargazo en el mar.
Una vez que llega a la costa y se descompone, puede afectar a embarazadas, provocar problemas respiratorios y dañar la infraestructura costera.
Con el calentamiento global y el aumento del nivel del mar, el margen para actuar es cada vez menor.
Por eso, el plan para 2027 incluye una red de biorrefinerías, cooperativas locales y sistemas oceánicos de recolección temprana.
Si funciona, Granada podría convertirse en un referente mundial en la transformación de algas invasoras en productos sostenibles.
Y demostrar que incluso una de las crisis ecológicas más visibles del Caribe puede convertirse en una palanca económica capaz de cambiar el futuro de toda una región.
Con información de Gizmodo.
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