La deforestación en América del Sur es uno de los grandes motores del cambio climático, pero no todo está perdido.
Con el apoyo de la FAO y programas internacionales, comunidades rurales en Argentina, Colombia y Chile están demostrando que es posible cuidar los bosques y, al mismo tiempo, fortalecer su economía y tradiciones.
En Misiones, el Grupo de Mujeres Emprendedoras de Colonia Alegría decidió enfrentar la degradación del bosque nativo con acciones concretas.
Gracias al Proyecto REDD+ de Pagos por Resultados, ahora cuentan con un vivero de semillas y un salón comunitario, además de emprendimientos sostenibles como apicultura, gallineros y viveros forestales.
Estas iniciativas no solo generan ingresos, también fortalecen su identidad y vínculo con la tierra.
En Caquetá, las familias del Centro de Desarrollo del Bosque Paraíso Amazónico solían talar árboles para obtener leña, lo que ponía en riesgo al ecosistema.
Hoy, con la estrategia “Leña Sostenible, Bosques Seguros”, integran cultivos locales con especies nativas, producen su propia biomasa y preparan abonos orgánicos.
El resultado: más seguridad alimentaria, suelos más sanos y menos presión sobre el bosque.
En Saavedra, sur de Chile, la pérdida del bosque nativo puso en peligro la planta chupón, esencial para elaborar el tejido ancestral Pirwa del pueblo Lafkenche Mapuche.
Mercedes Huincateo, junto con otras mujeres del grupo Kusaufe Zomo, trabaja en la restauración de seis hectáreas de bosque con el proyecto +Bosques.
Así, no solo preservan una práctica cultural invaluable, también mantienen vivo un medio de sustento económico.
Lo que une a estas experiencias es la convicción de que la conservación del bosque y el bienestar de las comunidades van de la mano.
Argentina, Colombia y Chile están mostrando que con organización, conocimiento y apoyo, es posible revertir la deforestación y asegurar un futuro más sostenible.
Con información de Naciones Unidas.