imagen tomada de mongabay.com
En el sur de Chile, un esfuerzo inédito une la sabiduría ancestral y la ciencia moderna para rescatar a un molusco que estuvo al borde del colapso: el choro zapato (Choromytilus chorus).
En el estuario del río Huellelhue, tres comunidades mapuche huilliche encabezan la recuperación de los bancos naturales de esta especie.
Las comunidades involucradas son: Caleta Huellelhue, Lonko Milef y Nirehue.
Lo hacen bajo un modelo de gobernanza participativa que integra tradición, educación y manejo sustentable.
Durante los años 90, la extracción indiscriminada llevó al choro zapato a una crisis sin precedentes.
En un día de trabajo, un buzo podía sacar hasta mil kilos, lo que rápidamente redujo los bancos naturales y afectó tanto al ecosistema como a la economía local.
En 2019 se decretó una veda total, tras la presión de las comunidades, que pidieron a la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca) medidas urgentes.
El resultado es claro: el banco natural pasó de 22 toneladas en 2019 a 92 toneladas en 2024, marcando un hito en la recuperación de este molusco emblemático.
El proceso no solo busca repoblar al choro zapato, sino también replantear la forma de relacionarse con el mar y el territorio.
“Huellelhue significa lugar para nadar, pero también es una geografía espiritual donde el pueblo mapuche huilliche ha tejido por generaciones su vínculo con el agua, el bosque y la vida”, explica Eduardo Vargas, presidente de la comunidad de Nirehue.
Hoy, las comunidades trabajan junto a la ONG Pesca Sustentable, organismos estatales y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en un plan de manejo precautorio que garantice la sostenibilidad del recurso cuando finalice la veda en 2026.
El proyecto también involucra al Liceo Politécnico Pesquero de Mehuín, que implementó un laboratorio para producir semillas de choro zapato en condiciones controladas.
La meta es repoblar el estuario con un millón de ejemplares, mientras se fortalece la formación técnica de los estudiantes en acuicultura y conservación.
Para Amerindia Jaramillo, coordinadora nacional del proyecto GEF ICB, esta experiencia rompe con la idea de que conservación y desarrollo son opuestos.
“Las comunidades indígenas ya han demostrado que ambos enfoques pueden convivir y generar futuro”.
El choro zapato, además de ser parte de la herencia alimentaria del sur de Chile, es una especie filtradora clave que ayuda a mantener el equilibrio ecológico del estuario.
Su recuperación se ha convertido en un símbolo de cómo el conocimiento ancestral y la ciencia pueden trabajar de la mano para restaurar ecosistemas y proyectar un futuro sostenible.
Con información tomada de Mongabay.
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