Ciudad de México 9 noviembre.- La exposición a partículas contaminantes en el aire genera la probabilidad de que una persona desarrolle depresión, especialmente si previamente sus genes le predisponían a ello.
Es la conclusión de un estudio recién publicado en PNAS de la mano de científicos del Instituto Lieber para el Desarrollo del Cerebro (LIBD) y la Universidad de Pekín.
Dicha investigación analiza cómo influye
Y así es. La combinación de estos dos factores aumenta la probabilidad de desarrollar depresión a unos niveles muchísimo más elevados que cada uno de ellos por separado.
Y lo peor es que, según explican estos científicos, esto podría ser solo la punta del iceberg en lo que concierne a los efectos de la contaminación sobre el cerebro.
Enfermedad del presente
Este estudio se llevó a cabo en Beijing, una ciudad con niveles de contaminación elevados y bien documentados. Participaron en él 352 adultos sanos, expuestos a las partículas contaminantes a distintos niveles. Una vez registrado este dato, se les realizó un genotipado para calcular su puntuación de riesgo de depresión poligénica. Esto quiere decir que se analizó su ADN y se determinó la probabilidad matemática de que desarrollaran depresión únicamente en base a sus genes.
Para ver cómo influyen los genes en el desarrollo de la depresión, estos científicos utilizaron un atlas genético del tejido cerebral postmortem. Este tipo de mapas analizan la relación entre la expresión de diferentes genes y la acción de neuronas en diferentes puntos del cerebro.
Una vez analizado este atlas, mapearon las redes cerebrales postmortem a las mismas redes en sujetos vivos para probar si esos genes respaldan los efectos de la contaminación del aire. Vieron que las personas que tenían un alto riesgo genético de depresión y una alta exposición a las partículas contaminantes tenían una función cerebral predicha asociada al desarrollo de depresión.
Fuente: hipertextual