“En México enfrentamos un problema serio porque —pese a estar protegidas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres— nuestras dalbergias (a las que conocemos con el nombre genérico de granadillo o palo de rosa) se extraen clandestinamente, incluso de reservas ecológicas, y luego son pasadas por las aduanas sin ser detectadas, pues a los agentes encargados de la inspección se les asegura que son madera de otro tipo y ellos no tienen manera de saber si les dicen la verdad o les mienten”, señala la profesora Solange Sotuyo, del Instituto de Biología (IB) de la UNAM.
A fin de dar los agentes aduanales herramientas para frenar este saqueo, la académica desarrolló un método capaz de determinar, mediante el uso de marcadores moleculares de ADN, si la madera corresponde a una dalbergia amenazada, si fue talada sin permiso o si proviene de una plantación autorizada para explotar comercialmente estos árboles.
“El proceso consiste en tomar una muestra de madera —minúscula, con 200 microgramos basta— y extraerle ADN para luego realizar una reacción de amplificación en una máquina de PCR. Es así como podemos, al analizar regiones precisas del núcleo, determinar a qué especie pertenece, y al observar un par de zonas de los cloroplastos, establecer en dónde creció. Es casi como si pudiéramos saber su nombre y apellido”.
Genealogía
Desde 2020, el IB colabora con la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) en la identificación de madera de dalbergias. Para ello, las autoridades llevan una pequeña muestra a CU para su escrutinio en laboratorio. En pocos días se emite un dictamen y, de esta manera, se determina si un cargamento puede ser exportado o si debe confiscarse.
Y aunque sólo el haber logrado esto bastaría para hablar de éxito, en realidad estos resultados son parte de un estudio mucho más ambicioso. “Se trata de un proyecto de ciencia básica convertido en uno de ciencia aplicada”, expone la académica.
En un inicio buscaba hacer una genealogía de las dalbergias que crecen en suelo mexicano, sin saber que este esfuerzo inicial ramificaría en nuevas líneas de investigación.
“Ahora nuestra meta es simplificar el método de identificación de maderas para que los agentes puedan realizarlo in situ, en la aduana, en vez de llevar las muestras a Ciudad Universitaria. Eso ahorraría tiempo y, cuando se trata de especies amenazadas, es algo que no se puede desperdiciar”.