El oxígeno oscuro es producido en las planicies abisales por la interacción química de los minerales de los nódulos polimetálicos y el agua.
No obstante, éstos se han convertido en un valioso objetivo de una empresa canadiense de exploración minera en aguas profundas.
Hasta 2013, la comunidad científica tenía la certeza de que el oxígeno se producía en nuestro planeta por medio de la fotosíntesis (en este proceso, el fitoplancton, las algas marinas y las plantas aprovechan la luz del sol para transformar el agua que contienen y el dióxido de carbono que absorben en glucosa y otros azúcares a cambio de liberar al agua o a la atmósfera aquel elemento vital para los seres vivos).
Sin embargo, ese año, con base en un estudio que llevó a cabo en el océano Pacífico, Andrew K. Sweetman, líder del grupo de investigación de Ecología y Biogeoquímica de los Fondos Marinos de la Asociación Escocesa de Ciencias Marinas, concluyó que, en planicies abisales localizadas a profundidades de 3 mil 500 a 6 mil 500 metros, unos nódulos conformados por metales como níquel, cobalto y cobre, entre otros minerales, separan el agua de mar en hidrógeno y oxígeno.
Es aprovechado por los organismos
De tal modo que este último puede disolverse en el agua y ser aprovechado por los organismos que habitan en esos parajes (por ejemplo, algunas bacterias necesitan oxígeno para descomponer la materia orgánica en la interfase agua/sedimento, esto es, donde ambos medios colindan).
Debido a que este oxígeno es producido en la oscuridad total, pues a esas profundidades no llega la luz del sol, ha sido llamado “oxígeno oscuro”.
“En el Pacífico, los nódulos polimetálicos son más abundantes en la zona de fracturas Clarion-Clipperton, que se extiende desde México hasta Hawaii. También los hay, en menor cantidad, frente a las costas de Perú y Chile, al sur del mar Arábigo y en la parte central del Atlántico. Su tamaño varía desde el de una canica hasta el de una papa y crecen muy lentamente, acumulando minerales, a lo largo de millones de años”, informa Elva Escobar Briones, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM.