Un grupo de hipopótamos originalmente importados por Pablo Escobar a su zoológico privado hace décadas se ha multiplicado y, según los científicos, ahora se están extendiendo por una de las principales vías fluviales del país: el río Magdalena.
En un estudio publicado en la revista Biological Conservation el 17 de enero, un equipo de científicos sostiene que sacrificar a los animales es la única forma de mitigar su impacto ambiental.
“Es obvio que sentimos lástima por estos animales, pero como científicos debemos ser honestos”, dijo a la BBC la bióloga colombiana Nataly Castelblanco, una de las autoras del estudio.
“Los hipopótamos son una especie invasora en Colombia y si no matamos a una parte de su población ahora, la situación podría estar fuera de control en tan solo 10 o 20 años”.
El surgimiento de los llamados “hipopótamos de la cocaína” está directamente relacionado con el asesinato de Pablo Escobar por las fuerzas de seguridad colombianas en 1993.
Después de su muerte, las autoridades confiscaron Hacienda Nápoles, su propiedad de lujo a unos 250 kilómetros al noroeste de la capital colombiana, Bogotá.
Desmantelaron su zoológico privado, aunque más tarde se convertiría en parte de un popular parque temático.
Los animales de Hacienda Nápoles se distribuyeron inicialmente a los zoológicos de todo el país. Pero no los hipopótamos.
“Logísticamente era difícil moverlos, por lo que las autoridades simplemente los dejaron allí, probablemente pensando que los animales morirían”, dice Castelblanco.
A lo largo de los años, los científicos han tratado de calcular cuántos hipopótamos viven en las vías fluviales de Colombia. Las estimaciones oscilan entre 80 y 120 animales.
“Es la manada de hipopótamos más grande fuera de África, que es su región nativa”, explica el veterinario y conservacionista Carlos Valderrama.