La temporada de huracanes en México está cada vez más cerca, por ello debemos estar atentos a las formaciones de ciclones que haya, sobre todo en las regiones costeras del país.
¿Cómo nacen los huracanes?
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA) menciona que los huracanes obtienen su energía de las aguas cálidas del océano y las tormentas eléctricas. De hecho, absorben calor de las aguas tropicales para alimentar su furia.
Para que se forme un huracán se necesitan varios factores, que suelen estar disponibles en las zonas tropicales:
Una perturbación meteorológica preexistente: a menudo, un huracán comienza como una onda tropical, que es un área de baja presión que se mueve a través de los trópicos ricos en humedad, lo que puede aumentar la actividad de lluvias y tormentas eléctricas.
Huracán John en Guerrero:
Agua cálida: se requiere que el agua tenga al menos 26.5 grados Celsius a una profundidad de 50 metros para alimentar la tormenta.
Actividad de tormentas eléctricas: las tormentas eléctricas convierten el calor del océano en combustible para el huracán. El aire asciende y se enfría, formando nubes y tormentas eléctricas.
Baja cizalladura del viento: una gran diferencia en la velocidad y dirección del viento alrededor o cerca de la tormenta puede debilitarla, por lo que se necesita que sea baja.
Mezclar todos estos factores puede, o no, dar lugar a un huracán; incluso cuando todos estos factores se unen, un huracán no siempre se desarrolla.
Para hacerlo más entendibles, el proceso de formación implica que, a medida que una perturbación como una onda tropical se mueve hacia el oeste a través de los trópicos, el aire cálido del océano asciende hacia la tormenta.
Esto forma un área de baja presión debajo, misma que hace que más aire se precipite hacia adentro. Este aire luego asciende y se enfría, lo que lleva a la formación de nubes y tormentas eléctricas. Dentro de las nubes, el agua se condensa y forma gotitas, liberando aún más calor para impulsar la tormenta.