Otis es considerado el huracán más poderoso en golpear la costa pacífica del país norteamericano. Su rápido fortalecimiento, que ocurrió en menos de 12 horas, dejó desconcertados a los científicos. Provocó que la población tuviese menos tiempo para prepararse antes de su llegada.
El domingo, las previsiones del Centro Nacional de Huracanes de EE.UU. (NHC, por sus siglas en inglés) describían a Otis como una tormenta tropical. Pero justo antes de entrar por la costa de la turística ciudad de Acapulco, Otis fue aumentando su intensidad hasta transformarse en un huracán categoría 5 con vientos sostenidos de 270 kilómetros por hora.
Logró fortalecerse porque se encontró con una zona de aguas oceánicas altamente cálidas, que rondaban los 31°C de temperatura.
Ese calor del océano, que funciona como combustible para los huracanes, es atribuido por los meteorólogos a diversos factores, como el fenómeno de El Niño y una ola de calor potenciada por el calentamiento global que también azota las costas mexicanas.
Pero los expertos sostienen que otro fenómeno pudo haber jugado un papel importante en el desarrollo de Otis.
Se trata de la Piscina cálida del Océano Pacífico occidental, una zona en la que las temperaturas del agua son mucho más altas que en el resto del océano.
“Nosotros estamos en el Pacífico oriental, pero sí efectivamente tiene que ver, porque hablamos del mismo Océano Pacífico, y las aguas interactúan”, indica a BBC Mundo Roberto Rodríguez, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional de México.