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Miles marchan en la COP30 para exigir el fin de los combustibles fósiles

Belém vivió una de las movilizaciones más grandes del año: miles de manifestantes COP30, entre ellos comunidades indígenas, organizaciones ambientales y activistas de todas las edades, tomaron las calles para pedir medidas urgentes frente al cambio climático.

A pocos kilómetros, los negociadores de la conferencia de la ONU seguían reunidos, mientras afuera los mensajes se repetían: proteger la Amazonia y dejar atrás los combustibles fósiles.

La ministra brasileña de Medio Ambiente, Marina Silva, se unió a la marcha y fue clara con la multitud: “Este es un lugar para trazar la hoja de ruta de lo que debe cumplirse en esta COP: una transición que abandone la deforestación y el uso de combustibles fósiles”.

También destacó los avances del país, como la reducción del desmantelamiento de la Amazonia en un 50% y la baja considerable de incendios en regiones como el Pantanal y el Cerrado.

Otra voz clave fue la de Txai Suruí, referente indígena de 28 años, quien subrayó la importancia de mantener la presión:

“Queremos que se cumplan las promesas y que no se permita ningún retroceso en la lucha climática”.

La organización Greenpeace también estuvo presente.

Eva Saldaña, directora ejecutiva para España y Portugal, recordó que muchos de los asistentes han visto cómo la crisis climática les arrebató hogares, territorios e incluso vidas.

Desde el liderazgo de la COP30, su presidente André Correa do Lago advirtió que los retos son demasiado grandes para permitir que las discusiones internas frenen los avances necesarios.

En medio de la marcha —que los organizadores estimaron en unas 70 mil personas— distintas ONG internacionales y artistas de la Universidad Federal de Pará realizaron una poderosa intervención simbólica: un “funeral” de los combustibles fósiles con enormes féretros, exigiendo el inicio de una nueva era sin petróleo, gas ni carbón.

La COP30 continuará hasta el 21 de noviembre, mientras la presión ciudadana sigue marcando el ritmo más allá de las salas de negociación.

Con información de La Jornada.

Regina Yebra Domínguez

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