A pocos días de que inicie la COP30 en Brasil, un nuevo estudio ha puesto en evidencia algo que las comunidades indígenas llevan tiempo diciendo: ellos son la respuesta frente a la crisis climática de la Amazonia.
Según un análisis del Environmental Defense Fund (EDF), sin las tierras indígenas ni las áreas protegidas, la deforestación en la Amazonia brasileña sería un 35% mayor, y las emisiones de carbono aumentarían un 45%.
En cifras simples: la presencia de estos territorios ha evitado la pérdida de 4,3 millones de hectáreas de bosque y la liberación de 2,1 gigatoneladas de CO₂, una cantidad equivalente a todas las emisiones anuales de Rusia.
La Amazonia, vista desde los números
El estudio tomó en cuenta los nueve estados que forman parte de la Amazonia Legal, que en 2022 sumaban más de 510 millones de hectáreas, de las cuales 393 millones aún conservan vegetación nativa.
Para obtener los resultados, los investigadores cruzaron datos sobre conservación, deforestación desde 2009, precios del ganado, agricultura y carreteras.
El resultado fue claro: las tierras indígenas son las zonas más efectivas para frenar la destrucción del bosque tropical más grande del planeta.
“La respuesta somos nosotros”
Kleber Karipuna, líder del pueblo Karipuna de Amapá, lo resumió en una frase:
“Por eso hemos dicho que la respuesta somos nosotros”.
Desde que se anunció que la COP30 se celebrará en Belém do Pará, los pueblos indígenas y comunidades locales han impulsado la campaña “La respuesta somos nosotros”, exigiendo reconocimiento en las negociaciones internacionales.
Sus principales demandas son seis:
Derechos sobre la tierra
Deforestación cero
Protección frente a la explotación de combustibles fósiles
Seguridad para defensores ambientales
Acceso a financiamiento climático
Participación real en la toma de decisiones
Aún hay mucho por proteger en la Amazonia
El estudio del EDF señala que todavía existen 63,4 millones de hectáreas que podrían ser designadas como tierras indígenas o áreas protegidas.
Si eso ocurriera, la deforestación podría reducirse entre un 12% y un 20% para 2030, y las emisiones de carbono caerían hasta un 26%.
Pero el reto es grande. “Prácticamente todas estas tierras están bajo presión”, advirtió Steve Schwartzman, vicepresidente asociado del EDF.
Los estados más vulnerables serían Amazonas, Pará y Maranhão, donde la pérdida de bosques podría alcanzar millones de hectáreas si no se toman medidas urgentes.
Más voces desde la selva
La COP30, la primera que se realizará en una ciudad amazónica, no solo pondrá los ojos del mundo en la selva, sino también en las personas que la habitan.
“Cuando se habla de la Amazonia, hay que recordar que el 74% de su población es negra”, señaló Denildo Rodrigues de Moraes, coordinador de las comunidades quilombolas de Brasil.
Estudios recientes indican que las tierras afrodescendientes también registran tasas de deforestación hasta un 55% más bajas que otras zonas.
El llamado es contundente: los pueblos indígenas, afrodescendientes y comunidades locales no quieren ser solo tema de debate, sino parte de la solución.
Como dijo Karipuna:
“Lo que se negocia en la COP30 no es para nosotros, es con nosotros. Y eso es bastante distinto”.
Con información de El País.
