¿Qué tan especial puede ser una avispa?
Los científicos están sorprendidos: en Cantabria, uno de los territorios más interesantes para la paleontología europea, acaba de aparecer una nueva especie animal con más de 100 millones de años.
El hallazgo se produjo en El Soplao, un yacimiento famoso por la calidad excepcional de su ámbar, capaz de conservar detalles microscópicos de organismos del pasado.
Un equipo internacional identificó en este ámbar una avispa fósil atrapada desde hace 105 millones de años, perteneciente al Cretácico medio.
El descubrimiento fue publicado en la revista Palaeoentomology y añade una pieza inédita al rompecabezas evolutivo de las avispas evánidas.
Una avispa que no se parece a ninguna otra
La nueva especie ha sido bautizada como Cretevania orgonomecorum. Sus características anatómicas no encajan con ninguna de las avispas descritas hasta ahora dentro de su género.
Este detalle no solo amplía el catálogo fósil del Cretácico español, sino que obliga a revisar la propia clasificación interna del grupo.
Para estudiarla, los investigadores utilizaron técnicas de alta precisión como microscopía confocal y análisis 3D que permitieron observar milímetro a milímetro la estructura del fósil. Gracias a estas imágenes lograron identificar particularidades en las antenas, el tórax, las patas y, sobre todo, en la compleja venación de sus alas, una característica esencial para diferenciar especies.
Aunque el género Cretevania es común en yacimientos de China y Myanmar, el ejemplar cántabro es más grande y presenta una combinación de rasgos totalmente nueva. De ahí que los expertos concluyeran que se trata de una especie distinta.
El ámbar de El Soplao: un tesoro paleontológico
El ámbar de El Soplao es reconocido por conservar tejidos blandos, pigmentos y estructuras delicadas que normalmente se pierden en los fósiles tradicionales. Este tipo de preservación hace posible observar detalles que, de otra manera, serían invisibles: venas alares, microestructuras e incluso restos de organismos diminutos.
Hasta ahora, en este yacimiento se han encontrado más de 1.500 inclusiones fósiles entre plantas, hongos, insectos y partes de vertebrados, de las cuales más de 30 han sido declaradas nuevas especies.
La zona donde se formó esta resina correspondía a un antiguo entorno costero en el que coincidían ambientes continentales y marinos, favoreciendo la acumulación de grandes cantidades de resina.
Un trabajo científico global
En la investigación participaron instituciones de España, China y Reino Unido, entre ellas el IGME-CSIC, la Universidad de Barcelona, la Universidad de Valencia, la Academia China de las Ciencias y el Museo de Historia Natural de Oxford.
El estudio también recibió apoyo del Gobierno de Cantabria y del Ministerio de Ciencia e Innovación.
El consejero cántabro de Cultura, Turismo y Deporte, Luis Martínez Abad, celebró el descubrimiento, recordando que El Soplao sigue siendo “una gran fuente de información científica”. Por su parte, el investigador Enrique Peñalver subrayó que este avance “amplía nuestro conocimiento sobre la evolución de las avispas evánidas”.
Una ventana al Cretácico
La época en la que vivió Cretevania orgonomecorum formaba parte de un mundo muy distinto.
Gran parte de Europa estaba cubierta por mares tropicales y la Península Ibérica era un conjunto de islas habitadas por reptiles, plantas con flor recién surgidas y una enorme diversidad de insectos.
Las avispas evánidas, además, funcionan como fósiles guía: ayudan a determinar la edad de los sedimentos gracias a su distribución y variación morfológica.
Su presencia en El Soplao aporta claves valiosas para reconstruir los ecosistemas del Cretácico europeo.
El hallazgo confirma, una vez más, que el ámbar de El Soplao no solo guarda insectos atrapados en el tiempo, sino historias completas de un pasado que sigue revelándose pieza a pieza.
Con información de Ok diario.
