Los chimpancés empiezan a elegir a sus amigos con más exigencia a medida que envejecen, determinaron los autores de un estudio ublicado este viernes en la revista Science.
Tras estudiar entre 1995 y 2016 a 21 de estos simios en el parque nacional de Kibale, en Uganda, los científicos detectaron que los ejemplares más jóvenes solían tener un mayor número de relaciones que los viejos. No obstante, los de edad avanzada gozaban de más amistades mutuas —es decir, cuando el interés lo muestran ambos individuos— y de menos unilaterales.
«Por ejemplo, los jóvenes de 15 años tenían un promedio de 2,1 amigos unilaterales y 0,9 amigos mutuos, mientras que los de 40 años tenían 0,6 amigos unilaterales y 3,0 amigos mutuos», detallaron los biólogos, explicando que las relaciones sociales de los simios viejos resultan ser así «más reducidas, pero más satisfactorias emocionalmente que las de los adultos más jóvenes».
Al mismo tiempo, los científicos notaron que con los años los chimpancés empiezan a mostrar el llamado sesgo de positividad, dando «mayor atención y memoria para la información socioemocional positiva versus la negativa y menor participación en tensiones y conflictos» con los cercanos.
Ambos fenómenos también se observan en los humanos de la tercera edad, recuerdan los científicos. Lo interesante aquí es que, según la teoría de la selectividad socioemocional, cambiamos nuestra actitud hacia los amigos al entender que estamos llegando al final de nuestra vida, pero esto no es aplicable a los simios.
«A pesar de que los chimpancés son muy inteligentes, no comprenden que van a morir. Es mucho más probable que algo más esté sucediendo en ellos que explique por qué sus relaciones se vuelven más positivas a medida que envejecen», cita un comunicado de la Universidad de Harvard a uno de los autores del estudio, Richard Wrangham.
Por lo tanto, los patrones del cambio de las relaciones de amistad con el paso de los años en nuestra especie podrían haberse generado antes de que se formaran los primeros humanos, sugieren los biólogos.
«Surge la posibilidad de que estemos viendo sistemas de comportamiento compartidos evolutivamente con nuestro ancestro común [los chimpancés] hace unos 7 u 8 millones de años», señala Wrangham.
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