La mexicana Leydy Pech ganó este lunes el Premio Medioambiental Goldman conocido como el ‘Nobel’ del medioambiente.
Cada año, la Goldman Environmental Foundation reconoce a seis personas por su labor en el sector ambiental. En esta edición 2020, Leydy Pech fue una de las galardonadas.
Su reconocimiento, que corresponde a la región de América del Norte, se debió a que formó un grupo que detuvo la plantación de soya genéticamente modificada de la empresa Monsanto.
«Leydy Pech, una apicultora maya, encabezó un grupo que detuvo con éxito la siembra de soya modificada genéticamente por Monsanto en el sur del país. La Suprema Corte de Justicia de la Nación dictaminó que el Gobierno violó los derechos constitucionales de los mayas y suspendió la siembra de soya genéticamente modificada.
Debido a la persistencia de Pech y su coalición, en septiembre de 2017, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria revocó el permiso de Monsanto para cultivar soya modificada genéticamente en siete estados», detalló la Fundación en su página web.
Kristal Ambrose, Chibeze Ezekiel, Nemonte Nenquimo, Lucie Pinson y Paul Sein Twa fueron las cinco personas que también ganaron el ‘Nobel’ del medioambiente.
SER ABEJA
“Son parte de mi ser”, dice Leydy Araceli Pech Martin de sus abejas.
Las alimenta con dulce de calabaza y se identifica con ellas. Verlas cómo se organizan y trabajan en la colmena para producir miel, reafirma su confianza en la acción colectiva.
En su pueblo natal, Ich Eq —nombre que en maya significa “Ojo de Estrella”—, municipio de Hopelchén, en el estado mexicano de Campeche, las familias viven de esa forma: unidas y apoyándose entre sí.
De todos los objetivos que Leydy comparte con su comunidad, quizás el más vital sea la defensa de su territorio y sus modos de vida tradicionales, amenazados por la creciente deforestación y por la contaminación tóxica proveniente de la agricultura industrial.
La expansión del cultivo de soya en Hopelchén está terminando con grandes extensiones de selva tropical y esparciendo de manera indiscriminada pesticidas nocivos para la salud humana y para el ambiente, en especial para aquellos ecosistemas de los que dependen las abejas, así como las y los apicultores de la zona.
LUCHA
Leydy recuerda que esa lucha comenzó cuando se dio cuenta que otras personas estaban decidiendo sobre el territorio y los recursos naturales de su pueblo, sobre las oportunidades de trabajo y de una mejor calidad de vida para los más jóvenes.
Menonitas y empresarios agroindustriales están cultivando soya genéticamente modificada en Hopelchén, deforestando selva y poniendo en riesgo la salud de las personas. El gobierno mexicano autorizó el cultivo sin consultar a las comunidades afectadas. Y, aunque la justicia reconoció esta vulneración de derechos humanos, la siembra ilegal de ese tipo de soya no ha cesado y la siembra de soya tradicional se ha expandido.
Un problema relacionado es la fumigación aérea de los cultivos con una mezcla de químicos que no se queda en los campos, sino que llega a casas, fuentes de agua y flores.
“No me puedo quedar de brazos cruzados cuando sé lo que está pasando, se ha vuelto una responsabilidad, no hacer nada sería como traicionar mi propia identidad”, dice Leydy con la firmeza que la caracteriza.
La búsqueda de justicia es lo que la mueve.
Pero también en esa lucha ha tenido que derribar barreras. “Vivimos en un mundo donde solo los hombres pueden hablar, tomar decisiones. Yo he roto con eso y me han cuestionado”.
La organización de mujeres mayas forma parte del Colectivo de Comunidades Mayas de los Chenes, que ha presentado acciones legales nacionales e internacionales para frenar los daños de la agroindustria.