En el Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM expertos desarrollan disipadores de energía sísmica que reducen los efectos de los movimientos telúricos en las construcciones.
Razón por la cual está cerca de lograrse el objetivo de que las estructuras de las construcciones no se dañen con los terremotos, aún con los de mayor magnitud, y sean muy seguras.
El equipo encabezado por Héctor Guerrero Bobadilla ha innovado diversos dispositivos –uno de ellos ya patentado, transferido y comercializado por una empresa– que tienen ventajas como su costo, que se pueden instalar en construcciones existentes o nuevas y, en algunos casos, no necesitan reemplazarse, debido a su gran capacidad de disipación.
Tecnología sísmica
En varios casos, además de ofrecer más seguridad contra los terremotos, esta tecnología permite ahorros cercanos al 10 o 15 por ciento con respecto a sistemas estructurales convencionales.
La razón es que posibilita usar los materiales de manera más eficiente, pues una estructura equipada con la tecnología se convierte en un sistema dual, donde una parte está dedicada a resistir el peso del edificio y la otra a tomar las acciones ante la energía sísmica, explicó.
A diferencia de otros que se emplean en países como Japón y Estados Unidos, los sistemas universitarios se distinguen porque toman en cuenta las condiciones específicas de México.
Por ejemplo, los movimientos sísmicos de suelos blandos de la Ciudad de México.
La energía que libera un terremoto es enorme: uno de magnitud 8 es 32 veces más grande que uno de 7, mil veces más que uno de 6; 32 mil veces más grande que uno de 5, y así sucesivamente.