En las principales ciudades del país, el encarecimiento del suelo, la escasez de vivienda accesible y la creciente densidad urbana han impulsado la popularidad de las tiny homes, o viviendas de poco metraje. Este modelo, que prioriza espacios compactos y funcionales, se presenta como una alternativa frente al déficit habitacional, especialmente entre jóvenes, profesionistas y hogares unipersonales.
Sin embargo, más allá de la tendencia, surge una pregunta clave: ¿cómo asegurar que estos espacios contribuyan a reducir el rezago de vivienda sin comprometer la calidad de vida ni el bienestar social?
Ricardo José Haddad Musi, experto en arquitectura y urbanismo, considera que el debate debe ir más allá del tamaño. “La microvivienda debe concebirse como una oportunidad para rediseñar las ciudades, no como una solución temporal a la escasez”, explica. Desde su perspectiva, las tiny homes pueden funcionar si se integran a un proyecto urbano más amplio y bien planeado.
El diseño inteligente, el uso eficiente de materiales, la ventilación natural y la integración de espacios comunes son, según el especialista, elementos esenciales para transformar la vivienda compacta en un modelo funcional, digno y humano. En muchos casos, estas viviendas incluyen mobiliario multifuncional, almacenamiento vertical y distribución flexible para maximizar cada metro cuadrado.
Haddad Musi añade que este enfoque puede fomentar comunidades más cohesionadas y sostenibles, al promover una cultura urbana basada en la cercanía, la eficiencia y la convivencia. “No se trata de vivir con menos, sino de vivir mejor”, apunta.
Espacios pequeños, grandes soluciones urbanas
El especialista enfatiza que las viviendas pequeñas pueden ser aliadas de la sostenibilidad si se desarrollan dentro de comunidades bien conectadas, con acceso a servicios, transporte público y áreas verdes. “La clave está en pensar en barrios habitables, no solo en metros cuadrados habitables”, señala.
Proyectos en Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey ya experimentan con diseños modulares, construcción prefabricada y materiales reciclados, demostrando que el confort no depende del tamaño, sino del uso inteligente del espacio. Además, la microvivienda abre la puerta a revitalizar zonas céntricas y reducir el impacto ambiental del crecimiento urbano. “El verdadero reto está en diseñar para las personas, no para las estadísticas”, concluye Haddad Musi.
Te puede interesar: Ricardo José Haddad Musi: la cocina libanesa como puente entre tradición y futuro sostenible
