México importa 80% de su consumo de hule natural, aun cuando presenta regiones aptas para establecer hasta un millón 200 mil hectáreas del cultivo, suficientes para abastecer al 100% a la industria nacional, que demanda este insumo para la fabricación de llantas y la manufactura de guantes o insumos médicos para atender pacientes por Covid-19.
Con menos del 25% de esta superficie potencial, nuestro país podría ser autosuficiente en esta materia prima y captar lo que hoy invierten los importadores para adquirir más 80 mil toneladas del commodity, que cotiza en la bolsa de Singapur, manifiesta Elías Ortiz Cervantes, uno de los tres expertos del INIFAP (Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias).
El especialista del Campo Experimental El Palmar, ubicado en el municipio de Tezonapa, Veracruz, con más de 35 años de experiencia, precisa que, aunque la superficie potencial para plantaciones de hule supera el millón de hectáreas en el territorio nacional, hoy existen solamente 41 municipios productores con 29 mil 929 hectáreas, de las cuales 25 mil 668 están en etapa productiva y aportan más de 36 mil toneladas al año.
Los estados con mayor potencial para cultivar hule son Chiapas, con 470 mil hectáreas; Oaxaca, 220 mil; Veracruz, 402 mil; Tabasco, 100 mil y Puebla con solo mil 400 hectáreas.
Pero además está Jalisco, en donde desde 1997 se introdujeron clones y es factible plantar más de 55 mil hectáreas en la parte tropical y subtropical, según el investigador del INIFAP del Campo Experimental Centro Altos de Jalisco, Agustín Rueda Sánchez.
Asimismo, señaló que existen estudios del INIFAP en el estado de Nayarit que indican que hay más de 600 mil hectáreas con potencial para el cultivo.
Los investigadores consideran que este cultivo es una oportunidad para los 7 mil productores del país –la mayor parte son pequeños con promedio menor a tres hectáreas–, porque México es deficitario y todo el hule que produzcan lo comprará la industria.
Hay interés de la Cámara Nacional de la Industria del Hule, que adquiere la mayor parte de producción nacional, y está la ventaja que aquí están firmas llanteras como Goodyear, Pirelli, Michelin, Bridgestone, Cooper Tires, Tornel, entre otras.
“En nuestro país –remarca Elías Ortiz– hay al menos cuatro agroindustrias que procesan hule granulado de buena calidad (HEM-10 y HEM20), principalmente para la fabricación de llantas; empresas que centrifugan látex para la industria de guantes, catéter, adhesivos, globos o colchones; y pequeñas empresas de hule laminado, que se utiliza en la industria del calzado, autopartes, mangueras, entre otros muchos usos”.
El hule granulado se paga actualmente en el mercado internacional a alrededor de mil 600 dólares por tonelada, un buen precio; pero en 2011 se llegó a pagar a más de 5,000 dólares. “Ha tenido caídas muy drásticas y ha llegado a valer menos de mil dólares, nivel en el que hay problemas de rentabilidad”, señala Elías Ortiz.
Con el problema del Covid-19 se ha mantenido en buen nivel el precio del látex centrifugado, porque se usa para elaboración de guantes de cirujano, catéteres, y otros insumos para intubar a los pacientes. En esta coyuntura aumentó el consumo de látex, aunque las llanteras cerraron durante un periodo.
En marzo, el hule granulado costaba entre mil 100 y mil 200 dólares y, desde el inició de la pandemia a la fecha subió en promedio un 30%.