México 8 septiembre.- El Xoloitzcuintle es sobreviviente de dos mil años de edad y ha sido venerada desde tiempos prehispánicos, ya que, según las creencias estos animales eran guardianes de los espíritus.
El Xoloitzcuintle, también apodado como «perro azteca o pelón mexicano», nació tras una mutación genética espontánea, que originó otra, según los expertos. Asimismo, es una raza que carece sistemáticamente de premolares, piezas dentales ubicadas entre los colmillos y las muelas traseras. Sin embargo, esto no es impedimento para que pueda comer.
«No se puede negar que un perro sin pelo como el xoloitzcuintle está en desventaja. Por ejemplo, a la hora de pelear con otros canes, pues puede ser herido fácilmente, pues es muy sensible a los climas extremos. A pesar de ello, después de dos mil años, aquí sigue entre nosotros», aseguró Raúl Valadez Azúa, investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, para la Gaceta UNAM.
Estado embrionario
Según el especialista, el xoloitzcuintle se quedó en estado embrionario, osea que tiene una capa de piel delgada no diferenciada, en donde no se desarrollaron los «folículos pilosos ni las glándulas sebáceas». Por ello, el perro azteca no suda.
El Xoloitzcuintle, según la ideología, además de guiar a las almas por el Mictlán, tenía la importante misión de ayudar a pasar a los muertos por un río profundo que atraviesa la tierra de los muertos.
Si en vida la persona había sido malo con los animales, su alma se habría hundido en el río, debido a que este perro se hubiera negado.
Por el contrario, la persona fue buena con los seres vivos, en especial a los animales o los perros, el Xoloitzcuintle hubiera tomado el alma, la pondría sobre su lomo y la guiaría hasta el otro lado.
Fuente: diariopresente.mx