Un grupo de alumnos del Tec de Monterrey, campus Chihuahua, trabaja en la preservación de plantas endémicas como la bisnaga y el sotol mediante técnicas de cultivo in vitro.
Este proyecto busca proteger especies de gran valor cultural y económico para las comunidades locales.
“Nos dimos cuenta de que el cultivo in vitro puede rescatar especies en peligro y producirlas en masa para reintroducirlas en su hábitat”, compartió Erick Weckmann, uno de los estudiantes.
Bajo la guía de la profesora Daniela González, los estudiantes colaboraron con una empresa de reforestación enfocada en especies nativas.
Su trabajo destacó en la propagación de la bisnaga, utilizada en alimentos tradicionales como la rosca de reyes, y el sotol, una planta esencial para la elaboración de bebidas típicas.
“Es alarmante que estas plantas estén en peligro de extinción, ya que son patrimonio cultural y base económica para muchas comunidades”, explicó Valeria Bastardo, una de las alumnas del proyecto.
Talleres educativos con impacto social
Como parte del proyecto, los estudiantes organizaron talleres en comunidades tarahumaras para enseñar a niños sobre la importancia del cultivo in vitro y el cuidado de plantas nativas.
“Queríamos que los niños entendieran que la ciencia no es magia, es algo real que puede hacer mucho por el futuro”, señaló Daniela Santiesteban.
Estos talleres no solo buscaron fomentar el cuidado ambiental, sino también crear un vínculo entre las comunidades y sus tradiciones relacionadas con las plantas.
Retos y aprendizajes
El proyecto no estuvo exento de desafíos.
Los alumnos enfrentaron problemas como la contaminación de los cultivos por bacterias y hongos.
Sin embargo, lograron avances en la propagación de las especies.
En peligro
“Es alarmante que estas plantas estén en peligro de extinción, ya que son patrimonio cultural y base económica para muchas comunidades”.- Valeria Bastardo.
“El mayor reto fue mantener los cultivos libres de contaminación, pero aprendimos mucho sobre técnicas como el uso de fitohormonas”, comentó Ángel García.
Además, el trabajo en equipo y la aplicación de conocimientos técnicos fortalecieron habilidades clave como la creatividad y el compromiso social.
El equipo, integrado también por Ana Cristina Leyva, Melina Valenzuela, Camila Torres y Vanessa García, espera que esta iniciativa inspire a más jóvenes a interesarse en la biotecnología y la conservación ambiental.
“Fue el inicio de algo que puede escalar a nivel estatal y nacional”, afirmó Vanessa García.