La región de Los Ángeles enfrenta nuevamente una devastadora temporada de incendios forestales, impulsada por una combinación de factores climáticos extremos que han creado las condiciones ideales para la propagación rápida y destructiva de las llamas.
La falta de lluvias, los vientos intensos y la interacción de estos elementos con la topografía local han sido determinantes en la magnitud de los incendios que han azotado el sur de California la última semana.
De acuerdo ABC News, la temporada de lluvias en la región comenzó de manera inusualmente seca, con apenas 0,41 centímetros de precipitación desde el 6 de mayo.
Esta sequía prolongada ha dejado grandes cantidades de vegetación seca, que actúa como combustible para los incendios.
Sin lluvias
Sin embargo, la falta de lluvias no es el único factor detrás de esta crisis. Los vientos extremos, con ráfagas que alcanzaron entre 129 y 161 kilómetros por hora, desempeñaron un papel crucial en la rápida expansión de las llamas.
Treinta y seis horas antes de que comenzaran los incendios, el Servicio Meteorológico Nacional de Los Ángeles emitió una advertencia sobre “vientos destructivos y potencialmente mortales, comportamiento extremo del fuego y las ráfagas más fuertes en el sur de California desde 2011″.
En aquel año, un evento similar de vientos intensos golpeó la región, pero las consecuencias fueron menos graves debido a que las precipitaciones entre octubre y diciembre habían sido más abundantes, lo que redujo la cantidad de material inflamable.