Para alcanzar el objetivo al que aspira el Acuerdo de París sobre el cambio climático global (limitar el aumento de la temperatura media global en superficie de la Tierra a 1,5 grados centígrados por encima de la imperante poco antes del inicio de la Revolución Industrial) será necesario que las 196 naciones firmantes de dicho acuerdo reduzcan drásticamente sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Estos gases difieren ampliamente entre ellos en su potencial de calentamiento global, o capacidad de absorber energía radiativa y, por tanto, de calentar la superficie de la Tierra.
Por ejemplo, según el Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el potencial de calentamiento global del metano es 28 veces más grande que el del dióxido de carbono (CO2) y el del hexafluoruro de azufre es 24.300 veces más grande que el del CO2.
China
El hexafluoruro de azufre, utilizado principalmente en los interruptores de alta tensión de las redes eléctricas, es uno de los gases de efecto invernadero más potentes de la Tierra.
En el siglo XXI, las concentraciones atmosféricas de hexafluoruro de azufre han aumentado bruscamente junto con la demanda mundial de energía eléctrica, amenazando con echar por tierra los esfuerzos mundiales por estabilizar el clima.
Esta mayor demanda de energía eléctrica es especialmente pronunciada en China, país que ha dominado la expansión de la industria energética mundial en la última década.
Cuantificar la contribución de China a las emisiones mundiales de hexafluoruro de azufre y localizar sus fuentes en el país podría llevar a esa nación a aplicar nuevas medidas para reducirlas y, de ese modo, mitigar, si no eliminar, un impedimento para el objetivo al que aspira el Acuerdo de París.