imagen tomada de antderground.com
En el desierto de Chihuahua, donde el paisaje parece infinito, miles de murciélagos llegan cada primavera a refugiarse en cuevas frías y oscuras.
Son hembras embarazadas que recorren más de 1,600 kilómetros desde el sur de México hasta Estados Unidos para dar a luz.
Y aunque parecen criaturas discretas, son fundamentales para uno de los productos más emblemáticos del país: el tequila.
Estas viajeras nocturnas se alimentan del néctar de varias plantas, pero sienten especial atracción por las flores amarillas del agave, una planta que solo florece una vez en su vida.
Al visitar estas flores, los murciélagos las polinizan y permiten que nuevas plantas crezcan.
El problema es que los agaves silvestres están disminuyendo: de 168 especies estudiadas, 42 se encuentran en peligro.
Y sin agaves, no hay murciélagos… y sin murciélagos, no hay tequila.
Aunque una especie (el murciélago magueyero menor) ha logrado recuperarse de forma impresionante, otras no corren con la misma suerte.
El murciélago magueyero, por ejemplo, ha perdido cerca del 50% de su población y hoy está en peligro de extinción.
Las amenazas vienen, sobre todo, de los humanos: deforestación, perturbación de cuevas y pérdida de plantas de las que dependen.
Para revertir la situación, científicos y organizaciones como Bat Conservation International (BCI) trabajan junto con comunidades locales para restaurar el “corredor de néctar”, la ruta migratoria que siguen los murciélagos para alimentarse.
Esto implica replantar miles de agaves y proteger tanto su crecimiento como su florecimiento.
En muchos cultivos de agave para tequila, los agricultores cortan los tallos antes de que la planta florezca, con el fin de obtener piñas más grandes.
Esto evita que los murciélagos accedan al néctar y además reduce la diversidad genética del agave, volviéndolo más vulnerable al cambio climático y a las plagas.
Por ello surgió el proyecto Bat Friendly, que invita a los productores a dejar florecer al menos el 5% de sus plantas para alimentar a los murciélagos.
Las bebidas producidas bajo este modelo se consideran “amigables con los murciélagos”, y hasta ahora ya existen más de 300,000 botellas certificadas.
Como más del 50% de la tierra en México es comunitaria, la conservación solo funciona si las personas están involucradas.
Por eso, el trabajo educativo es clave.
En zonas donde antes los murciélagos eran vistos con miedo o incluso exterminados, hoy los habitantes protegen activamente las cuevas y permiten que los agaves crezcan hasta florecer.
Gracias a esta colaboración, se han plantado más de 180,000 agaves autóctonos y otros 150,000 crecen en viveros.
Aunque los resultados tardarán años en verse pues los agaves necesitan tiempo para madurar, ya comienzan a notarse paisajes más verdes y poblaciones de murciélagos más estables.
Restaurar los agaves es solo el inicio.
Los murciélagos también necesitan otras plantas para sobrevivir, como ceibas, ipomeas y cactus.
La meta final es reconstruir un ecosistema completo donde plantas, animales y comunidades prosperen juntos.
Al final del día, proteger a los murciélagos no solo es un acto ecológico: también es una apuesta por el futuro del tequila y el mezcal. Porque, como dicen los biólogos:
“Si queremos seguir disfrutando del tequila, debemos cuidar a los murciélagos”.
Con información de BBC.
La ciudad más grande del mundo, Yakarta, podría estar viviendo una cuenta regresiva. El cambio…
La basura en el fondo del mar se ha convertido en un problema tan grande…
La Reserva El Santuario, en Cuatro Ciénegas, Coahuila, acaba de convertirse en el escenario de…
Mientras el mundo sigue sin un acuerdo real para abandonar los combustibles fósiles, el caos…
El calentamiento global avanza a un ritmo que preocupa a la comunidad científica internacional. Aunque…
Lo que para muchos es un sueño: vivir rodeados de naturaleza, cultivar tu propia comida…