Las plantas huyen hacia las alturas por culpa del cambio climático
Las plantas huyen hacia las alturas por culpa del cambio climático

Las plantas huyen hacia las alturas por culpa del cambio climático

Las plantas también migran, aunque su viaje sea mucho más lento que el de cualquier animal.

No pueden empacar maletas ni mudarse a otro lugar: dependen del viento, del agua o de los animales para que sus semillas lleguen a nuevos territorios.

Pero hoy, el cambio climático está acelerando este proceso natural de una forma alarmante.

Según un estudio publicado en Science, realizado por investigadores de la UNAM, la Universidad de Miami y el Instituto de Ecología A.C., las especies que habitan los bosques de niebla mesoamericanos están subiendo cada año entre 1.8 y 2.7 metros de altitud en busca de condiciones más frescas.

Un cambio demasiado rápido para las plantas

“Las especies se mueven y lo han hecho siempre, pero ahora la temperatura está aumentando mucho más rápido de lo que pueden adaptarse”, explicó la investigadora Ángela Cuervo Robayo, del Instituto de Biología de la UNAM.

El problema, detallan los científicos, es que el calentamiento global, sumado a la deforestación, ha empujado a las plantas hacia las partes más altas de las montañas.

Esto deja sin hogar a miles de especies que dependen de climas fríos o húmedos para sobrevivir.

Los bosques donde se toca la nube

Los llamados bosques de niebla (también conocidos como bosques nubosos o tropicales húmedos de montaña) son ecosistemas únicos que se encuentran entre los 600 y 3,100 metros sobre el nivel del mar.

Son zonas tan húmedas que muchas veces la niebla aporta más agua que la lluvia.

“Son los lugares donde estás más cerca de las nubes”, describe Cuervo Robayo. En ellos abundan helechos, epífitas y árboles cubiertos de musgo, que dependen de la humedad constante para vivir.

Ciencia desde los herbarios

El equipo, encabezado por Santiago Ramírez Barahona y Ángela Cuervo Robayo, analizó datos de herbarios de México, Brasil, Costa Rica y Panamá, disponibles gracias a la plataforma Global Biodiversity Information Facility.

“Queríamos ver si ya estábamos detectando cambios reales en la distribución de las especies, más allá de proyecciones futuras”, explicó Ramírez Barahona.

Los resultados fueron claros: las plantas están moviéndose hacia arriba, pero no todas lo logran.

Las especies con semillas pequeñas o de ciclo corto se adaptan más rápido, mientras que árboles o plantas con semillas grandes van quedando rezagados.

 La huella humana también bloquea el paso de las plantas

Además del calor, la presencia humana es una barrera más. Carreteras, ciudades y campos agrícolas interrumpen el movimiento natural de las especies entre generaciones, impidiendo que sus semillas alcancen zonas seguras.

Cada metro cuadrado perdido de bosque pone en riesgo a más plantas, y con ellas, a los animales y ecosistemas que dependen de ellas.

Los investigadores advierten que, en algunos casos, el aparente “movimiento” no es realmente una migración, sino la muerte de las plantas que no logran adaptarse.

Solo las que germinan en condiciones adecuadas logran sobrevivir y dar paso a nuevas poblaciones en zonas más elevadas.

Por eso, entender qué especies consiguen moverse y por qué, es una de las grandes preguntas que aún busca responder la ciencia.

En palabras de Ramírez Barahona:

“No es que a las plantas les salgan patitas, pero sí están en movimiento. Solo que ahora, lo hacen intentando escapar de una crisis climática que avanza más rápido que ellas.”

Los bosques de niebla, joyas verdes donde el agua flota en el aire, están enviando una advertencia silenciosa: la naturaleza intenta adaptarse, pero el cambio climático no espera.

Con información de Gaceta UNAM.

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