En las dunas de Bilbao, donde el desierto parece infinito y el viento dibuja montañas de arena, crece un fruto que por décadas ha sido orgullo local: el dátil coahuilense.
Oscuro, dulce y suave, este fruto se convirtió en la carta de identidad de Viesca, especialmente del ejido Villa de Bilbao.
Pero hoy pasa por uno de sus momentos más difíciles.
Un visitante del desierto árabe que encontró hogar en Coahuila
Aunque su origen está en los desiertos de Arabia y el norte de África, la palma datilera se adaptó de maravilla al clima semidesértico de Bilbao desde los años sesenta, cuando llegaron más de 10 hectáreas de palmeras como parte de un programa federal de empleo.
El cultivo prosperó rápido y se quedó como parte esencial de la economía local.
Don Eligio Argumedo, productor con más de 50 años de experiencia, recuerda cuando las palmas eran tan generosas que llegaban a producir hasta 12 toneladas por temporada.
Incluso vio palmeras con casi 30 racimos. Pero este 2025 todo cambió.
La crisis del dátil coahuilense: las heladas y el clima rompieron el ciclo natural
El cambio climático alteró por completo la floración.
Muchas palmeras brotaron en pleno invierno, cuando el frío destruye el fruto antes de nacer. El resultado: una caída de más del 50% en la producción.
Don Eligio apenas logró 1.8 toneladas, y no fue el único. Los cerca de 20 productores del ejido vivieron la misma historia.
Sin mercado fijo y con menos fruta, la situación se complica. Aun así, la comunidad no se rinde.
Del fruto a los dulces: creatividad para sobrevivir
María Félix Reyna transforma el dátil en mermeladas, rollos, empanadas, salsas picantes y hasta dulces con tamarindo y chamoy.
Todo lleva la etiqueta de la Villa de Bilbao, como un recordatorio de identidad.
Ella también sintió el golpe: produjo la mitad que otros años.
Aun así, sigue vendiendo donde puede —en las dunas, en ferias, en el centro de Viesca— porque el dátil sigue enamorando a quien lo prueba.
Turismo, identidad y un fruto que une a un pueblo
Para la comunidad, el dátil no es solo un cultivo: es símbolo turístico y parte de su historia.
“Siempre se vende todo”, afirma Silvana Froto Mena, del Comité del Pueblo Mágico de Viesca.
En otras ciudades, el kilo puede alcanzar hasta los 250 pesos.
El reto es encontrar compradores constantes, especialmente cuando la producción es tan inestable.
Nuevas estrategias ante tiempos difíciles del dátil coahuilense
Ante las bajas cosechas, algunos productores están aprendiendo a manejar el dátil al vacío para venderlo todo el año y no depender únicamente de la temporada.
Una adaptación necesaria en un semidesierto donde las heladas se vuelven cada vez más impredecibles.
El “árbol de la vida”: nutrición y valor ancestral
La palmera datilera es venerada en Medio Oriente, y por buenas razones.
El fruto aporta carbohidratos, fibra, vitaminas A, B y C, además de minerales como hierro, calcio y potasio.
Es rico en antioxidantes y su bajo índice glucémico lo convierte en un endulzante natural seguro.
En México, la producción nacional supera las 17 mil toneladas.
La mayoría viene de Sonora y Baja California, mientras que Coahuila aporta apenas 19 toneladas.
Aun así, las Dunas de Bilbao conservan un sabor único, difícil de encontrar en cualquier otro lugar del país.
El dátil coahuilense es más que un fruto: es una tradición, una fuente de orgullo y el corazón de una comunidad que hoy lucha por mantenerlo vivo frente a un clima que ya no sigue las reglas de antes.
Y aunque el futuro es incierto, en Bilbao nadie está listo para soltarlo.
Con información de Milenio.
