De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el mundo la pérdida de nutrientes en el suelo es uno de los principales procesos de degradación que amenaza la nutrición, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad.
En los últimos 70 años, añade, el nivel de vitaminas y nutrientes de los alimentos se ha reducido de manera drástica y se estima que más de dos mil millones de personas en el planeta sufren deficiencia de micronutrientes, también conocida como “hambre oculta”, debido a que es difícil de detectar. Por ello, es necesario voltear a ver los suelos y nutrirlos para que, a su vez, lo hagan con las plantas y los organismos.
Suelos sanos y una vida sana
Son la base de la vida en la superficie terrestre, pues en todos lados que no están cubiertos de agua hay uno que se ha formado a partir de factores específicos, y es el soporte de vegetación y vida de los organismos terrestres.
“La Organización Mundial de la Salud habla de que debe haber al menos nueve metros cuadrados de áreas verdes por cada habitante, para el bienestar del ser humano. Se habla de un déficit de naturaleza cuando no tenemos acceso a áreas verdes y para contar con zonas de calidad, debe haber suelos de calidad.
«Otra cosa, tal vez aún más importante, es que requerimos de los suelos para producir alimento. Los que vivimos en la ciudad y compramos en el mercado se nos olvida que todo eso creció en algún momento sobre un suelo”, expuso la investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM, Silke Cram Heydrich.
Para que funcione adecuadamente y tenga calidad o salud, debe estar en contacto con las otras esferas de la Tierra -la hidrosfera, la biosfera y la atmósfera- para fomentar un ciclaje de nutrimentos y que haya minerales, las raíces absorban esos minerales y contribuya a los ciclos biogeoquímicos del ecosistema, abundó.