Desde que el satélite meteorológico Aeolus, desarrollado por Airbus y operado por la Agencia Espacial Europea (ESA), se despidiera de la Tierra al volver a entrar en la atmósfera y consumirse el pasado 28 de julio, fue reconocido por su revolucionario monitoreo de las condiciones del viento a nivel global.
Y contribuyó significativamente a la mejora de pronósticos meteorológicos y modelos climáticos en los últimos cinco años, será recordado por su innovador proceso de reentrada asistida.
La concepción de esta idea se originó en 2021 entre los equipos de Airbus responsables de las operaciones de Aeolus. La tarea de definir y llevar a cabo un procedimiento de reentrada nunca antes experimentado fue un desafío considerable, pero la ESA lo aceptó y lo implementó.
Para pasar de una reentrada no controlada a una asistida, el equipo de Airbus tuvo que lidiar con múltiples restricciones relacionadas con el diseño y la misión del satélite.
Desde hace años, el Comité Interinstitucional de Coordinación en materia de Desechos Espaciales (IADC) promovió el diseño de naves espaciales lo más desarmables posible, con el objetivo de reducir la cantidad de fragmentos que puedan causar daños en la Tierra.
Sin embargo, dado que el diseño de Aeolus se estableció antes de la implementación de esta normativa, no fue factible minimizar el número ni el tamaño de los fragmentos restantes que podrían representar un riesgo, ya que el satélite ya estaba en órbita.