En la Patagonia argentina se está desarrollando una escena poco habitual: pumas cazando pingüinos.
El regreso de estos grandes felinos al paisaje ha reactivado antiguas cadenas tróficas y, al mismo tiempo, ha creado relaciones inesperadas que están transformando el ecosistema local.
Tradicionalmente, los pingüinos de Magallanes enfrentan amenazas en el mar, como focas y orcas.
En tierra firme, su estrategia de supervivencia suele ser agruparse. Sin embargo, en esta región del sur de Argentina, ahora deben cuidarse de un nuevo enemigo terrestre: el puma.
Un estudio reciente publicado en Proceedings of the Royal Society B documenta este fenómeno y muestra cómo estos grandes carnívoros, conocidos por cazar herbívoros como guanacos, han demostrado una sorprendente capacidad de adaptación.
“Es un ejemplo extraordinario de lo flexibles que pueden ser los grandes depredadores”, señaló el ecólogo Jake Goheen, de la Universidad Estatal de Iowa.
El regreso de los pumas
A comienzos del siglo XX, la expansión de la ganadería ovina provocó la desaparición local de los pumas.
Con su ausencia, los pingüinos comenzaron a establecer grandes colonias reproductoras en la costa continental.
Décadas después, los esfuerzos de conservación devolvieron a los pumas a la región, dando paso a nuevas interacciones entre especies.
Para entender este cambio, el ecólogo Mitchell Serota y su equipo colocaron collares GPS a 14 pumas en el Parque Nacional Monte León entre 2019 y 2023. El seguimiento reveló que los pumas que cazan pingüinos tienen territorios más pequeños y se concentran alrededor de las colonias, lo que genera una de las mayores densidades de pumas registradas hasta ahora.
Aunque los pumas suelen ser solitarios, la abundancia de alimento ha incrementado las interacciones entre ellos.
“La comida puede unir a los depredadores”, explicó Serota, comparando esta situación con la concentración de osos pardos durante la migración del salmón.
Este cambio podría tener efectos en cadena aún desconocidos, especialmente en la relación entre pumas y guanacos, la principal interacción depredador-presa de la región.
Incluso se plantea la posibilidad de que los pingüinos vuelvan a refugiarse mayoritariamente en islas oceánicas en el futuro.
Para los científicos, el caso demuestra que restaurar fauna no significa regresar al pasado, sino crear ecosistemas nuevos, con dinámicas inesperadas.
“Los carnívoros merecen estar allí”, concluyó Goheen, “y debemos aceptar que su regreso no siempre tendrá resultados previsibles”.
Con información de The New York Times.
