Este lunes, en pleno centro de Madrid, una activista de Greenpeace desafió la gravedad caminando sobre una cuerda a 30 metros de altura en la calle Princesa.
La escena, que dejó a los transeúntes con la mirada al cielo, no fue un espectáculo, sino una poderosa metáfora: el planeta está en la cuerda floja.
Con esta acción simbólica, la organización ecologista quiso lanzar un mensaje justo antes del inicio de la COP30 en Brasil: los líderes mundiales aún están a tiempo de frenar el cambio climático, pero se necesita acción real y urgente.
“Tenemos las herramientas, falta la voluntad”
Eva Saldaña, directora ejecutiva de Greenpeace España y Portugal, destacó que el mundo vive en un frágil equilibrio ecológico marcado por fenómenos extremos como olas de calor, inundaciones y tormentas cada vez más severas.
Aun así, recordó que las soluciones existen:
“Tenemos las herramientas necesarias para evitar los peores escenarios. Solo hace falta voluntad política y cooperación internacional para anteponer la vida a los intereses económicos”.
Para la organización, la COP30 representa una oportunidad clave para actuar con valentía, liderazgo y justicia, situando a las personas más vulnerables en el centro de las decisiones.
España, llamada a actuar con ambición
Pedro Zorrilla Miras, responsable de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace España, aseguró que el país debe llegar a Belém “con los deberes hechos”.
Según el activista, España debería triplicar el ritmo de reducción de emisiones de los últimos cinco años y adoptar una postura firme ante el “retardismo” de la Unión Europea o el negacionismo de algunos líderes mundiales.
“La activista en la cuerda floja nos recuerda la urgencia de dar pasos firmes en la dirección correcta”, afirmó Zorrilla.
Las tres exigencias de Greenpeace a la COP30
Greenpeace llevará a la cumbre tres demandas principales:
Un plan global de respuesta climática, que asegure que los países aceleren la reducción de emisiones y mantengan el aumento de temperatura por debajo de 1.5 °C, con justicia y equidad.
Un nuevo Plan de Acción por los Bosques, con una duración de cinco años, para detener la deforestación y degradación forestal antes de 2030.
Más financiación internacional, aplicando el principio de “quien contamina paga” para que los países del Norte global apoyen a los del Sur, especialmente los más vulnerables ante la crisis climática.
Mientras los gobiernos se preparan para debatir el futuro del planeta, Greenpeace recuerda que no hay más tiempo que perder: el equilibrio del mundo depende de las decisiones que se tomen hoy.
Con información de Infobae.
